7.7.06

FUSILES, LIBROS Y ROSAS

La situación política nacional e internacional indica conflicto: la oposición, encallejonada, debatiéndose en la ciénaga de sus mezquindades, no es opción para el imperio, sin embargo, la situación internacional les exige tener control sobre las fuentes de energía Venezolanas. Todo indica conflicto internacional.
Sobre la actitud que tomará el imperio se hacen muchas especulaciones, todas coinciden en que la Revolución es un problema que ellos deben resolver antes de que el ejemplo cunda, ya no sólo por América sino por todo el Sur.
Frente a esta amenaza, preparamos la guerra asimétrica. La Fuerza Armada Nacional, como columna vertebral, más la Reserva, la Guardia Territorial, son los contingentes que tenemos para hacer frente a la amenaza cierta. Todo eso está muy bien, además nos reconforta el nuevo armamento, pero debemos decirlo a manera de alerta: estamos descuidando los componentes más importantes de la confrontación asimétrica. Veamos.
Los componentes más importantes de la confrontación con el Imperio, son la ideología y la conciencia, ya que las batallas en la guerra asimétrica se deciden en el campo de la información, la organización, la psicología. Hablemos de la batalla psicológica, la de “corazones y mentes”.
Los pueblos deben estar preparados para la manipulación psicológica que el enemigo realiza sobre el alma colectiva: levantan miedos, construyen fantasmas, erigen señores de la guerra donde sólo hay Ángeles de la Paz. Debemos hacer que el pueblo comprenda que los revolucionarios no somos amantes de la guerra, que a ella vamos cuando es la única forma de defender lo que nos es más sagrado, la Patria, el futuro de nuestros hijos, las conquistas sociales, la defensa del derecho a dirigir nuestro destino, la esperanza, el derecho a llamarnos patriotas, el saber que en el mundo se nos respetará como un pueblo capaz de defender su honor. Debemos, en resumen, combatir las intenciones del imperio de convertirnos en diablos. Cada acción nuestra debe ir cargada de humanismo.
Debemos tener fusiles y también rosas y libros. Los contingentes que hoy disponemos deben ir a la población a dar asistencia humanitaria, a hacer trabajo voluntario, a hacerse querer, a demostrar que vamos a la guerra a defender la vida, que no somos falange siniestra, sino que somos guerreros por la vida. Hay que demostrar todos los días que somos diferentes al enemigo imperial, ellos son la muerte, nosotros la vida, ellos el odio, el racismo, nosotros el amor, unión de los diferentes. Para ellos primero es el capital, para nosotros lo primero es el humano, esa es la lucha y por ella vamos a donde haya que ir, y hacemos lo que haya que hacer.
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!

¡Chávez es Socialismo!

6.7.06

CONVERTIR LO MILAGROSO EN COTIDIANO

Una Revolución es un milagro, más que un milagro quizá deberíamos decir que una Revolución es convertir lo milagroso en cotidiano. Al ser humano le es propia la tentación de permanecer, y la desazón por el cambio. Esa es su naturaleza histórica. Ahora bien, si una Revolución es el cambio más completo y profundo que se puede dar en una sociedad, ya podremos imaginar los obstáculos con los que tienen que lidiar los revolucionarios.
El más importante de los obstáculos se sitúa en el interior de nuestra propia alma. Entender, más que entender, sentir que hay que cambiar los cimientos de lo que hasta ese momento había sido nuestro universo, cambiar la forma de pensar, obrar, vivir, con la que nos hicimos adultos, significa romper radicalmente con nosotros mismos. Fundar un nuevo mundo, profundamente, revolucionariamente opuesto a todo lo que hemos aprendido desde niño, es un salto desde la seguridad de permanecer, al hermoso, pero muy angustiante cielo de lo desconocido, de lo inédito.
Ya lo anterior es difícil, y se complica más con la circunstancia de que no siempre tenemos la sabiduría para entender, para saber qué es lo viejo, lo que debe ser sustituido, o mejor, cuáles son los pilares psíquicos más profundos que sostienen a lo viejo. Esa angustia la tuvo la Revolución Francesa y, torpedeando a lo viejo, cambió hasta los nombres de los meses. Sin embargo, dejó intacta la psicología de la sumisión que sustentaba a la monarquía y fue así, cimentada en esa psiquis, que se dio la restauración. Lo viejo regresa cabalgando las conductas sembradas en lo profundo de la psiquis de los hombres que hacen Revolución.
Cuando nos comportamos con las mismas conductas de lo viejo, las mismas jerarquías, los mismos saludos, los mismos halagos, lisonjas, rechazos, en resumen el mismo sistema de valores y antivalores, es el pasado que permanece, y así se manifiesta. Cuando nos resistimos a cambiar lo importante y buscamos excusas similares a las de los adictos para no hacer los cambios profundos, es también el pasado que desde el fondo del alma dirige nuestra conducta.
Cuando nos conformamos con hacer solamente un buen gobierno, cuando detenemos la marcha del huracán revolucionario en nombre de una rara normalización de la vida, evidentemente estamos siendo gobernados por lo antiguo, y el pavor a los cambios nos paraliza como se paraliza el neurótico frente al motivo de sus fobias.
Los revolucionarios, sobre todo los dirigentes, deben cambiar por dentro y por fuera. La Revolución se fundamenta en romper con las cadenas que nos instaló la dominación durante toda nuestra vida. Sólo así podemos tomar las medidas correctas para hacer de la Revolución una realidad para todos.
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
¡Chávez es Socialismo!

QUÉ HACE QUE UNA REVOLUCIÓN SEA REVOLUCIÓN?

La pregunta es importantísima, debería ocupar lugar privilegiado en las reflexiones de todos. Es por eso que, en el cielo de los revolucionarios, de cuya existencia algunos dudan, pero de que existe, existe (otro día hablaremos de eso, ahora nos interesa continuar la historia), en ese cielo, se nombró un comité para buscar una respuesta a esta pregunta y mandar algunos consejos al Comandante Chávez. El comité, del que formaban parte Simón, Marx, Lenín, Trosky, Don Quijote, el Che, Fabricio, y muchos más que ustedes imaginarán, se declaró en sesión, recomendando brevedad.
Primero habló Lenín, quien terminó resumiendo: una Revolución son soviets más electrificación. Quiero decir con esto: organización social (que no debemos confundir con organización popular) y producción económica, para conseguir dar a cada uno según su necesidad.
Simón Bolívar, melancólico, propuso con voz cavernosa: digámosle a vuecencia Hugo, que gane las Batallas importantes. Una Revolución son Batallas, Carabobo, Junín, Ayacucho… y también Ocaña y San Pedro Alejandrino…Una Revolución está llena de Batallas, hay que ganar las importantes.
Don Quijote, desde lo alto de un molino de viento que confundía con un gigante enemigo, gritó: ¡Locura! ¡Locura! La Revolución está llena de ¡locura! La cordura es un cepo, los cuerdos, los calculadores, nunca harán nada que no sea permitido.
El Che, que estaba apurado preparando un viaje para resolver una injusticia que se cometía en alguna parte del universo, dijo a la carrera: ¡emoción! Sin emoción no hay Revolución. Y cuando se pierde la emoción se pierde todo.
Cristo, desde su magnificencia, predicó: la Revolución debe ser necesaria. Los pueblos deben necesitarla como se necesita respirar. Una Revolución sólo se puede hacer si es necesaria.
Marx, aconsejó: que lea, todo está escrito y nada está escrito. Sólo leyendo se evita descubrir el agua tibia.
Sucre, aportó: aprovechen la oportunidad y le dicen que se cuide. Sino existe no puede hacer nada. Díganle: ¡Que se cuide!
Cipriano Castro, que jugaba cartas con Torrijos y Allende, asintió: Sí, que se cuide. A lo lejos se oyó un ¡Shitoo!
El presidente del tribunal gruñó: ¡están fuera de orden! Dio por terminada la reunión. Y pasaron a recopilar las opiniones:
Organización social (que no debemos confundir con organización popular) y producción económica, para conseguir dar a cada uno según su necesidad. Que gane las batallas importantes. Leer. Una Revolución es ganar Batallas, ¡locura! ¡emoción!. Necesitarla como se necesita respirar. Que se cuide.
Después mandaron sus consejos para Venezuela, pero a pesar de haberlo hecho en veinticuatro oportunidades, todavía no ha llegado a las manos de Hugo, la escritoriocracia se encarga de extraviarlo.
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
¡Chávez es Socialismo!

4.7.06

PODER POPULAR Y PODER SOCIAL

El fin central de una Revolución socialista es integrar el organismo social que el Capitalismo ha fragmentado, es devolver al hombre su condición de ser social y rescatarlo “de las heladas aguas del cálculo egoísta”. En esta tarea uno de los pasos fundamentales es la organización social, de ella depende el éxito del empeño integrador. De allí que es importante discutir lo que se hace hoy con el Poder Popular y evaluar si de verdad integra a la sociedad, si derrota la fragmentación. Veamos.
Según está establecido en la reciente Ley de los Concejos Comunales, éstos son organismos que tienen como universo a la comunidad. Allí se encargan de planificar, administrar, etc., los proyectos producidos por la comunidad en su propio beneficio. Aparentemente son instancias de Poder Popular, eso se piensa y eso se dice. Nosotros, contracorriente, sostenemos que: tal como están planificados, son lo contrario, son instancias que reafirman la fragmentación de la sociedad producida por el Capitalismo. Explicamos.
Los Concejos Comunales, aisladamente, sin correspondientes organizativos nacionales, regionales y municipales, sin instancias organizativas políticas
, son unidades desintegradoras sociales, que fomentan la cultura del egoísmo, ya que reducen las miras y las preocupaciones de la población sólo a su entorno y, dentro del entorno, a lo económico. No estamos diciendo que son malos, decimos que sin otros complementos de organización social, actúan como agentes disociadores de la conciencia. ¿Entonces, qué hacer?
Es urgente construir los complementos de esos Concejos Comunales: primero, instancias de coordinación municipal, estadal y nacional, electos desde las comunidades, escalonadamente hasta la instancia nacional.
Segundo, y no menos importante, es necesario hacer la organización política de la sociedad, que debe tener la misma estructura que proponemos para los Concejos Comunales, pero diferentes objetivos y diferentes funciones. Serán funciones de formación política, de referencia moral, de reunir a los mejores. Los miembros de esta organización política revolucionaria, serán los últimos a la hora de los privilegios, y los primeros a la hora del deber y del sacrificio. Dicho en pocas palabras, la organización política revolucionaria será territorio para la formación del hombre nuevo. Esta organización es imprescindible para que los Concejos Comunales no se transformen en reproductores de la conciencia capitalista. Es bueno recordar que la república oligarca no temía a la organización aislada de las comunidades, allí están las Asociaciones de Vecinos. La cuarta temía a la integración de la sociedad.
Sólo así, sociedad organizada, política y administrativamente, de forma vertical, de abajo hacia arriba, hasta llegar a lo nacional, y de forma horizontal en todos los núcleos sociales, no sólo comunidades, sino también fábricas, colegios, universidades, centros de trabajo, etc., sólo así, estaremos dando un paso definitivo para la integración de la sociedad, y yendo decididamente rumbo al Socialismo.
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
¡Chávez es socialismo!

3.7.06

MISCELÁNEAS 12

1. Si quisiéramos buscar un nombre sustituto al capitalismo, este sería privadismo, es un sinónimo perfecto. Nos da una idea de la esencia del capitalismo.
2. El capitalismo es la ilusión de que los problemas fundamentales de la sociedad se pueden resolver de manera individual, desde lo privado. Siendo así, la sociedad es fragmentada en una serie de tensiones individuales, cada uno de la manera más egoísta posible busca resolver sus problemas, y la suma de esos intereses individuales produce un remedo de sociedad, cuando en realidad es una guerra de todos contra todos.
3. Entonces, la buena marcha hacia el Socialismo tiene que ser aquella que resuelva los problemas de manera social. Y unos pasos errados serían aquellos que pretendan resolver los problemas dentro del privadismo.
4. En el país se enfrentan varios proyectos sociales, las elecciones son un escenario más para esta confrontación. Puede ser que el imperio decida que alguno de sus lacayos participe en la consulta, sin embargo, nunca abandonará otras vías y continuará la planificación de infamias contra la Revolución Bolivariana. En cualquier caso la confrontación seguirá siendo la misma, el pueblo humilde luchando por su redención, y el imperio insistente en su objetivo, derrocar al Comandante Chávez, sólo cambiara el escenario y su decorado. De allí que más allá de la apariencia electoral debemos estudiar la esencia de los proyectos que se enfrentan, de está manera tendremos capacidad de entender los vaivenes de la lucha, y comprenderemos los diferentes escenarios.
5. Simón Bolívar, con su genialidad, construyó una propuesta unitaria correcta. Supo el Libertador con el decreto de Trujillo 1813, delimitar los campos en pugnas: o se está con la independencia, o se está contra ella, así quedaron definidos los bandos. De esta manera la independencia marca los perfiles de la unidad bolivariana: con independentista todo, con monárquicos nada. Por tanto, la unidad es determinada por objetivos transcendentes, y definitorios. La unidad no se hace sacrificando objetivos estratégicos.
6. Estamos, sin duda, en la última etapa del proceso: o tomamos el rumbo definitivo hacia la Revolución socialista, o nos despeñamos por el abismo de la restauración fascista. La Revolución, bajo la certera conducción del Comandante Chávez, ha dado muestras de tino para sortear con éxito todas las etapas que la historia difícil nos ha planteado. Estamos seguros que hoy sabremos poner en el escenario la cierta ideología revolucionaria, y tomar definitivamente el rumbo socialista.
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
¡Chávez es Socialismo!

Al contrario de lo que muchos políticos piensan, es en el mundo de las ideas donde se decide la suerte de los pueblos. Esto es importante, porque de no ser así, si el destino estuviera en lo material, los imperios serían invencibles. Es verdad que las ideas provienen, en última instancia, del mundo material, pero, ellas forman su mundo, tienen vida propia, se convierten en fuerza motriz, hasta ser lo que caracteriza a la sociedad humana.
Una sociedad está determinada por las ideas que en ella sean hegemónicas. Es por eso que lo importante en una Revolución son las ideas que ella genere. Cuando una Revolución descuida las ideas, cuando la realidad y las ideas que la interpretan están desligadas, entonces, hay confusión en el pueblo, se siente sin rumbo, las palabras pierden sentido, los actos, las acciones, se transforman en sarcasmos.
Cuando la soberbia se apodera de la dirigencia, si estos creen que la ficción que han creado es el verdadero mundo, que es allí donde se deciden los destinos, es indicio de que la conexión con el pueblo se ha perdido, que la Revolución corre grave peligro. Cuando se descuida la necesaria coherencia entre ideas y acciones, entre conciencia y realidad, cuando la mentira se hace norma y la soberbia suplanta la realidad, no hay dudas, son síntomas de que se yerra el camino y se sumerge en una fantasía de la que sólo se despierta cuando el pueblo enardecido da una cachetada a los ilusos. El fenómeno no es nuevo, ha precedido muchos derrumbamientos.
Es por eso que la Revolución basa su fortaleza en la crítica, es la crítica la única arma contra el peligroso divorcio de las ideas con la realidad, de la dirigencia con su pueblo.
El pueblo en situaciones de falta de comunicación, como la que vivimos en nuestra Revolución, habla con la dirigencia distante de la única manera que le es dado: protestando, tomando calles, avenidas, ministerios. Es necesario oír estos mensajes de la realidad e interpretarlos, lo que se manifiesta es el divorcio de la dirigencia con el pueblo, el desamparo, no material, sino en las ideas. Eso es muy peligroso, puede desembocar en acciones que lesionen a la Revolución. Aquí cabe parafrasear al Libertador, “pueblo sin ideas claras es instrumento ciego de su propia destrucción”
No podemos hablar de Socialismo, que es lo mismo que hablar de solidaridad, de hermandad, de amor, y al mismo tiempo hacer una economía capitalista, estimuladora del más cruel egoísmo. No vamos por buen camino si pretendemos resolver los problemas sociales usando las herramientas capitalistas creadoras de egoísmo; de esa manera lo que hacemos es ahondar la brecha que separa a la realidad y a las ideas, y así transitamos el camino al acantilado.
¡Sólo el Socialismo salva a la humanidad!

¡Chávez es Socialismo!

SOCIALISMO O FASCISMO

La Revolución Bolivariana ha pasado por profundas crisis, de ellas ha salido fortalecida, depurada. La primera crisis, que tiene su desenlace con el golpe del 11 de abril de 2002, produce la derrota y el deslinde con la derecha militar y política que proponía un proyecto francamente capitalista y globalizador. Como consecuencia, el ejército es depurado de sus estamentos dirigentes derechistas y, gobierno y partido de gobierno, se desprenden de un importante sector de derecha. Desde ese momento la hegemonía del proceso pasa a la pequeña burguesía reformista y la Revolución entra en una fase de conciliación. Las propuestas conciliadoras son rechazadas por una derecha oligarca recalcitrante, que no acepta otra cosa que decapitar a la Revolución. Es así que las mesas de diálogo fracasan. Tal como era previsible, la oligarquía tradicional, ahogada su embestida militar, prepara el paro petrolero. Es derrotada nuevamente con la unidad civil-militar.
Entramos en un período en el que la Revolución por primera vez en la historia tiene control sobre la renta petrolera. Aparecen las Misiones como territorio espiritual socialista. Continúa el enfrentamiento con la derecha, que ahora se juega su carta política con ayuda internacional. Y vamos al revocatorio de Agosto del 2004, donde obtenemos un aplastante triunfo apoyados en las Misiones Socialistas. Es de notar, que en febrero del 2004 el Comandante radicaliza la Revolución al declarar su carácter antiimperialista. Después de este triunfo, derrotada la oligarquía externa, la disputa por la renta petrolera se traslada al interior de la Revolución.
Se inicia así una pugna de diversos proyectos que se pelean la colocación de esa renta. Aparece por un lado la postergada tendencia revolucionaria y, por el otro, la pequeña burguesía, que comparte la hegemonía del proyecto con las tendencias capitalistas. La ideología de la pequeña burguesía no va más allá, es imposible que vaya más allá, de una mezcla de anarcopopulismo inoperante que se manifiesta en las propuestas de cogestión, núcleos endógenos, empresas recuperadas y estímulo a las cooperativas y a la pequeña y mediana industria. Por su parte, las tendencias capitalistas mantienen la estructura financiera (sistema Bancario) e institucional que sustentan al capitalismo, amén de otras formas de transferencia de la renta a sectores privados capitalistas. En resumen, la disputa principal, en esta etapa, es entre la tendencia restauradora capitalista y el anarcopopulismo pequeño burgués inoperante.
Estamos, sin duda, en la última etapa del proceso: o tomamos el rumbo definitivo hacia la Revolución Socialista, o nos despeñamos por el abismo de la restauración fascista. La Revolución, bajo la certera conducción del Comandante Chávez, ha dado muestras de tino para sortear con éxito todas las etapas que la historia difícil nos ha planteado. Estamos seguros que hoy sabremos poner en el escenario la cierta ideología revolucionaria, y tomar definitivamente el rumbo socialista.
¡Sólo el socialismo salva al pueblo!
¡Chávez es socialismo!

SIN CONCIENCIA NADA ES DURADERO

Hay dos maneras de enfrentar un evento electoral:
La primera, abordarlo como una competencia de marketing, lo que los expertos en publicidad llaman posicionamiento propagandístico. En este caso, se trata al candidato como un producto, como una mercancía: se contrata un buen experto electoral preferiblemente extranjero y de acento raro, recordemos a Napolitan. Al candidato se le cambia la imagen de acuerdo a las encuestas. Se elabora un discurso especial donde se evitan algunos términos y se incorporan otros. Se asocia a un jingle y a un lema, como cualquier mercancía. Esta vía dio resultado en el pasado, así se eligieron los presidentes de la cuarta, que nos sumieron en cincuenta años de miseria espiritual y material. Es un método propio del mundo capitalista, no construye pueblo, ni avanza país, al contrario está diseñado para deslavar conciencias y facilitar las dominaciones.
La segunda es la vía socialista. Tiene como fundamento el axioma revolucionario: toda acción debe tener como objetivo principal elevar en el pueblo el nivel de conciencia del deber social. Siendo así, se consideran las elecciones una ocasión para elevar la conciencia, la información y la organización del pueblo; una oportunidad apropiada para analizar a la Revolución, determinar la etapa en que nos encontramos, fijar las nuevas metas, reconocer errores y cantar triunfos.
En resumen, las elecciones se consideran valioso momento para continuar afirmando la cultura socialista y dejar atrás la cultura de la Venezuela capitalista.
La escogencia de la postura electoral, no es una decisión superficial. Se trata de marcar el rumbo de la Revolución y de la sociedad. La vía tradicional, la del marketing, nos coloca en una peligrosa contradicción. Se enfrentan los nuevos valores impulsados por la zona espiritual socialista que hemos construido con tanto esfuerzo, zona de solidaridad, de amor, de estímulo a lo más hermoso del humano, contra los valores que el Che llamó “las armas melladas del capitalismo” y en los que se sustenta la manera mercachifle de enfrentar las elecciones. Esta contradicción de estímulos, por un lado a los valores egoístas propios del capitalismo, y por el otro a los valores altruistas revolucionarios, confundiría al pueblo, lo regresaría al escepticismo egoísta de pasado, y nos alejaría del alma revolucionaria que combatió el 11 de abril y en el saboteo petrolero. ¡Nos debilita!
Por su fruto será reconocida la Revolución, y el principal fruto de la Revolución es la conciencia revolucionaria. Este logro debe marcar y dar importancia a todas las otras realizaciones de la Revolución.
¡Sin conciencia nada es duradero!