9.3.07

¿CONSTRUIR El SOCIALISMO SIN DESPRECIAR AL CAPITALISMO?

Una respuesta afirmativa a la interrogante del título, calmaría el desasosiego de muchos que no duermen tratando de pasar el camello por el ojo de la aguja. Los que así piensan seguirán con insomnio y le harán un gran daño al camino revolucionario, los que intenten esta mezcla pueden terminar en dos laberintos patéticos:

Uno, falsificar al Socialismo, despojarlo de su fuerza liberadora y constructora, convertirlo en un adjetivo que lleva por dentro al capitalismo salvaje, infaliblemente lo llevará a estallar en un mar de contradicciones sociales que la farsa no podrá resolver.

El otro, construir a duras penas un híbrido, una mezcla de dos sistemas antagónicos, inexorablemente terminará por ser devorado por el sistema más antiguo, el más arraigado en el inconciente colectivo, el capitalismo.

¿Por qué no es posible construir el Socialismo en convivencia con el capitalismo?

Un sistema social es en esencia una conciencia sustentada en una relación económica. De aquí se desprende que la lucha política, la lucha revolucionaria, es una lucha por la conciencia de las mayorías, el territorio de la confrontación es la conciencia, lo demás está subordinado a este objetivo.

Ahora bien, la conciencia y las relaciones de propiedad están entrelazadas, se existen mutuamente, lo que significa, por ejemplo, que no podía existir conciencia esclavista sin relación de propiedad esclavista.

Así mismo pasa con el capitalismo, genera una conciencia del egoísmo, del consumismo que lo sustenta, una conciencia instalada, arraigada con una fuerza única en la historia de la humanidad.

Por lo tanto, pensar en la convivencia del Socialismo con el capitalismo, en un híbrido como un sistema social viable, es un disparate, una trampa reformista y el suicidio de la Revolución.

No se puede pretender superar un sistema sin atacarlo, sin descalificarlo, por dañino, material y moralmente, sin evidenciarlo como inaceptable. Esto nos lo enseña El Libertador cuando al calificar la esclavitud, dice: “la infracción de todas las leyes es la esclavitud. La ley que la conservara sería la más sacrílega. ¿Qué derecho se alegaría para su conservación? Mírese este delito por todos los aspectos, y no me persuado que haya un solo boliviano tan depravado que pretenda legitimar la más insigne violación de la dignidad humana. ¡Un hombre poseído por otro! ¡Un hombre propiedad! ¡Una imagen de Dios puesta al yugo como el bruto!”

Podríamos, sin pecar, sustituir en las palabras de Bolívar, esclavitud por capitalismo, porque qué es el capitalismo sino la más insigne violación de la dignidad humana, donde unos hombres, los capitalistas, son propietarios del tiempo, de la vida de otros hombres, los trabajadores. ¡El capitalismo es una esclavitud más refinada!

Fácilmente se comprende que no se puede construir el Socialismo sin atacar, sin despreciar al capitalismo, pretender ese absurdo es truncar a la Revolución, porque una Revolución frente al monstruo capitalista si se detiene inexorablemente fracasa.

¡Socialistas auténticos y anticapitalistas!

¡Rodilla en tierra con Chávez y el Socialismo Auténtico!

LA PLAZA Y EL TEJIDO SOCIAL

Al principio del siglo diecinueve, cuando Caracas tenía algunas decenas de miles de pobladores, una asamblea en la plaza constituía una representación directa de aquel número de habitantes.

Para 1945, cuando Caracas creció, esa misma reunión en la plaza caraqueña no constituía representación directa de la población, que ahora alcanzaba algunos centenares de miles.

Con el aumento de la población apareció un problema de participación de la ciudadanía: Ya la plaza no era eficaz, la población aumentó y se perdió la fascinación de la unión en la plaza pública. ¿Cómo hacer para que un país con gran número de habitantes fuese consultado?

La oligarquía propuso la democracia representativa, y su sistema de elecciones directas se nos presentó como el más “democrático” como el que proporcionaba la consulta y la participación más directa y mejor posible.

Sin embargo, este sistema es el más antidemocrático: reduce la participación social, al hecho aislado del voto individual, las campañas electorales son un ejercicio grosero de marketing que excluye a las minorías sin dinero, los medios de desinformación: la prensa, la radio y sobre todo la televisión, se constituyeron cada vez más en grandes manipuladores y electores.

Este sistema servía muy bien a los intereses oligarcas. La plaza donde la gente se veía la cara, vibraba, intercambiaba opiniones, se reía, lloraba junta, se cambió por la sociedad fragmentada, y reducida la voluntad social a la suma de las voluntades individuales aisladas, solitarias tras el bastidor de la mesa electoral.

La Revolución Bolivariana, tuvo necesidad de superar este sistema de consulta popular oligarca, que como vimos es un remedo de consulta.

Varias son las maneras propuestas para recuperar la consulta nacional que se perdió con el crecimiento de la población y la necesidad de los intereses oligarcas.

En la Venezuela de varias decenas de millones de habitantes, ya la asamblea en la plaza no es una representación válida más allá de la pequeña comunidad.

Ahora es necesario construir un poderoso tejido social, que organice para la participación y el protagonismo al numeroso Pueblo que hoy somos, un tejido social que integre a la sociedad y permita la participación directa de los ciudadanos.

Este tejido social, en lo administrativo, tiene un primer paso en los Consejos Comunales, que deben organizarse de manera que trasciendan lo local y se engranen en instancias parroquiales, regionales y nacionales.

De esta manera habrá comunicación directa, entre las pequeñas asambleas comunales, allí muy efectivas, y las instancias más amplias regionales y nacionales, donde la asamblea es ineficaz. Así la comunidad entra a formar parte del tejido social, se integra a la sociedad y participa en las decisiones en todas las instancias. Por medio de este tejido, que se repite en lo político, se puede consultar a la sociedad de manera directa y masiva, tendremos así el sistema de consulta y participación que corresponde a la democracia directa, protagónica, al Socialismo.

¡Sin el Comandante, no hay Socialismo!

¡Sin organización, no hay Socialismo!

¡Sin Socialismo no hay esperanzas!

EL TRABAJO

Una sociedad será como sea su relación con el trabajo, para quién se trabaja, cómo se distribuye la riqueza, el avance de la tecnología.

Esa relación con el trabajo determina una espiritualidad, es allí, en esa espiritualidad, donde se desarrolla la batalla entre revolucionarios y conservadores.

La Revolución al principio revoluciona la espiritualidad dominante, y en la turbulencia creada avanza. Pero la revolución sólo se puede estabilizar en una nueva relación con el trabajo, sólo desde allí puede crearse la nueva cultura revolucionaria. Entonces, es imposible darle densidad, profundidad a una revolución, sin cambiar la relación con el trabajo.

En una Revolución como la nuestra, destinada a convivir por largo tiempo con una clase media transculturizada, con una oligarquía capitalista que posee medios importantes para difundir sus valores y sus paradigmas, donde la riqueza proviene de la renta y el capitalismo es la forma hegemónica en la conciencia, en una Revolución como la nuestra, que tiene lugar en un país con una clase obrera débil y una gran población excluida, todos sometidos durante años y siglos a la lluvia mediática, como dijo Bolívar, todos abusados en nuestra credulidad, en una Revolución así, es necesarísimo darle soporte real a la espiritualidad revolucionaria, que ha avanzado en la turbulencia de los primeros años con las misiones, con los discursos del Comandante, con los combates de abril y de diciembre.

Proponemos como fundamentales en esta necesidad de construir una nueva relación con el trabajo, las Fabricas-Escuelas, de propiedad social, donde se ejerzan las Acciones Sociales Voluntarias. Fabricas-Escuelas cuya construcción y operación descanse en el trabajo voluntario. Fábricas-Escuelas irradiadoras de la espiritualidad revolucionaria, de la conciencia del deber social, motores de nuevas zonas de espiritualidad y materialidad revolucionarias.

La labor de estas fábricas debe ser difundida, convertida en paradigmas revolucionarios. Deben ser soporte real, práctico, de la Nueva Moral y las Nuevas Luces revolucionarias.

Desde allí podemos hablar y mostrar la nueva relación de hombres que ofrendan su trabajo para el bien social, que con su actitud combaten el egoísmo y construyen la relación amorosa.

Desde allí podemos expandir las nuevas relaciones socialistas al resto de la economía. Serán demostración del hombre del futuro, que trabaja sin la compulsión de la necesidad, del hombre que hace del trabajo una actividad que lo eleva como ser humano, como ser social.

Esa estructura iluminará a todas las actividades de la sociedad. La militancia en la organización política se refuerza con la ética y la moral que de ese ejemplo emana. Será referencia para los consejos comunales, los núcleos endógenos tomarán un tinte social, y la sociedad toda empezará a reconocerse a sí misma, a regresar de la fragmentación.

Las Fabricas-Escuelas son academia para la formación del Hombre Nuevo, de la nueva sociedad.

¡Sin el Comandante, no hay Socialismo!

¡Sin propiedad social y conciencia social, no hay Socialismo!

¡Sin organización unida de los socialistas, no hay Socialismo!

¡Sin Socialismo no hay esperanzas!

8.3.07

¡EDUCAR CONSTRUYENDO!

La Revolución no puede detenerse. A pesar de todas las dificultades, de todos los obstáculos, la Revolución debe discutir y construir el Socialismo. Veamos.

Venezuela es un país muy singular y excepcional, cuyo Pueblo ha padecido los vicios y descomposiciones provenientes de la cultura instalada en cien años de renta petrolera administrada por debilidades sumisas al imperio.

La Revolución Bolivariana encontró un país saqueado, una mayoría excluida, una elite oligarca con pasaporte americano, una clase media transculturizada, todos sometidos a miseria espiritual y material.

Los valores morales y éticos que sustentaban esa situación que permitía al imperio hacerse con la renta, a otros pocos con las migajas y llevaba al resto del país al abismo, eran la fragmentación social. Cada quien resolvía como podía, el Estado, al servicio de los oligarcas, abandonó a la sociedad. La noción de sociedad fue cambiada por la de viveza, el trabajo por la riqueza fácil, unos buscaban abrevar del gobierno, mientras otros, en la misma línea, buscaban ganarse el kino. El trabajo trocó su valor de formación de humanidad por depredación que había que evitar, o por simulación que había que actuar. El valor del hombre se medía por el carro y la vestimenta, unos consumían y otros soñaban con consumir, unos compraban cosas inútiles y otros las buscaban por los caminos verdes.

Esos días vivimos sumergidos en nubes de opio imperial.

La tarea principalísima de la Revolución es la sanación de la sociedad víctima del capitalismo rentista, para eso debemos modificar la economía y sustituir los valores, la conciencia capitalista que nos enferma. Es necesario rescatar el sentido de sociedad.

Iniciar un proceso intenso de sanación, que debe ser al mismo tiempo un proceso de construcción del Socialismo. Sólo el Socialismo sana, sólo adquiriremos nuevos valores trabajando como sociedad, obteniendo triunfos en el trabajo como sociedad.

Con ese fin planteamos la creación de escuelas de trabajo. Proponemos la construcción de fábricas que tengan poco personal de planta, y donde el grueso del trabajo sea abordado como una Acción Social Voluntaria. Expliquemos con un ejemplo.

Una fabrica de “x” producto: su construcción y su funcionamiento estarán a cargo de una institución, por ejemplo un ministerio, y será a su vez una escuela donde el contacto voluntario con la producción prefigurará la relación humana que restituirá la noción de sociedad, restaurará los valores de la solidaridad, del amor y sustentarán al Socialismo, dando cada uno según su capacidad, distribuyendo el producto en la sociedad de acuerdo con el principio de necesidad.

Estás Fábrica-Escuelas contribuirán a irradiar los nuevos valores, invitarán a nuevas Acciones Sociales Voluntarias, al aprendizaje, a la curación en la práctica, rescatarán el valor del trabajo humanizado que, como decía el Che, dejará de ser una compulsión y será un acto de amor.

¡Sin el Comandante, no hay Socialismo!
¡Sin propiedad social y conciencia social, no hay Socialismo!
¡Sin organización unida de los socialistas, no hay Socialismo!
¡Sin Socialismo no hay esperanzas!

7.3.07

LA GRANDEZA

Cuando todo va viento en popa y el navío de la Revolución se desplaza a velas desplegadas, cuando la Revolución se asemeja a una fiesta, en esos momentos de abundancia espiritual y material, la lucha ideológica que ocurre dentro de toda Revolución se ensordece tras las trompetas triunfales y la Revolución atrae a las almas pequeñas.

Cuando el navío de la Revolución entra en aguas de definición, y se aleja la seguridad de las costumbres inertes, las circunstancias nos convocan a crear universos, a romper con lo conocido y caminar hacia lo inédito donde habitan los sueños elevados. Ya no hay lugar para lo ínfimo, es el momento de las almas excelsas, de lo hermoso, de las cumbres humanas, ya no hay cabida para lo intrascendente, para lo mezquino, para reptar, sólo la grandeza tiene cabida. Es tiempo de huracanes y de dioses.

Vivimos momentos definitorios, tenemos un compromiso histórico con la memoria de los revolucionarios, civiles y militares, negros y blancos, mujeres y hombres, revolucionarios siempre, que regaron sus huesos y su sangre por los suelos de la Patria, luchando por un sueño ahora posible.

El compromiso con nuestro pasado heroico nos obliga a empinarnos, a subirnos a los hombros de Bolívar, de los próceres, de Zamora, Fabricio, Argimiro, y los miles de luchadores anónimos, nos obliga a avanzar, avanzar por sobre nuestras miserias.

Las condiciones están dadas para construir el sueño: tenemos un líder unido al Pueblo por lazos de amor, condición indispensable para el avance revolucionario. Poseemos la riqueza para fundar zonas donde se produzca y distribuya para la sociedad. Hay un Pueblo que espera el llamado para emprender el camino. Existe la teoría y la experiencia de años y de Pueblos luchando por concretar la esperanza.

Es necesario construir lo que la historia reclama, no hay lugar para la calma, es necesario ir al Socialismo con decisión.

Frente a la gran tarea de construir el Socialismo, toda queja es pequeña, el reparo es mezquino, la distracción criminal. Nada debe estar por sobre la construcción del Socialismo.

Hoy es necesario sumar esfuerzos, pero también desechar impedimenta. Todos los revolucionarios debemos unirnos alrededor de estos puntos:

El liderazgo del Comandante y la construcción del Socialismo.

No hay justificación para la desunión, todos los que comulgan con estos dos puntos, deben, a pesar de otras divergencias, ir al propósito unitario al que nos convoca el Comandante. Discutiendo y arriando los bueyes, en una mano la pluma de la polémica, y en la otra la pala de la construcción del Socialismo.

¡Sin el Comandante, no hay Socialismo!

¡Sin propiedad social y conciencia social, no hay Socialismo!

¡Sin organización unida de los socialistas, no hay Socialismo!

¡Sin Socialismo no hay esperanzas

6.3.07

SERÍA UN ERROR

Sería un error de gran profundidad, que en estos tiempos de definición pongamos el énfasis en el frente de batalla equivocado. Debemos dar pelea en los diferentes escenarios, pero sin perder de vista que unos son principales y otros secundarios. Veamos.

En los últimos días aparece en primera plana la batalla por la formación de la organización unida de los socialistas, quien piense que este es el escenario principal, cometería un gravísimo error.

El escenario principal está en la confrontación de los diferentes proyectos de utilización de la renta petrolera, cada uno con una propuesta de relación económica de propiedad sobre los medios de producción, y de formación de la conciencia que ella sustenta.

Es así, la confrontación que se manifiesta en lo político tiene su origen en los diferentes proyectos de sociedad que conviven en la Revolución Bolivariana, cada uno de ellos con sus propias exigencias políticas. O, dicho con más precisión, la pelea que se manifiesta en lo político, es la pugna por avanzar hacia el Socialismo o permanecer en un capitalismo que a lo sumo será maquillado. Ahondemos.

Por un lado se perfilan los nosocialistas, que van desde los francos que plantean con descaro la necesidad de formar un núcleo capitalista, que inevitablemente será verdugo del Socialismo, hasta los anarcoides que proponen usar la renta en formas económicas falsosocialistas, tipo cogestión o Empresas de Producción Social.

Enfrente encontramos a los que planteamos que hay que invertir la renta en la construcción del Socialismo, en la transformación estructural de la sociedad venezolana: construir zonas de economía socialistas, de propiedad social de los medios de producción, desde donde expandir la conciencia socialista, base para la transformación de la cultura, de los valores éticos y morales.

Sería un error distraernos del campo de batalla principal, que es la lucha por la construcción del Socialismo, la que determina a todas las batallas.

La respuesta a las dificultades políticas es avanzar en la concreción del Socialismo auténtico.

Frente a las disputas en la formación de la organización revolucionaria, la tarea de los socialistas es hacer el Socialismo. Colocar con fuerza la teoría y práctica socialista en la batalla. Incorporar al Pueblo, a la sociedad, en las tareas que formen la conciencia socialista.

Toda faena por pequeña que parezca debe contar con la participación de la sociedad organizada, la organización social debe dar muestra de su capacidad de movilización en las tareas de la construcción y defensa del Socialismo.

Los Socialistas debemos agruparnos alrededor de tres puntos fundamentales:

Apoyo al Comandante. Unidad en la organización. Y el Socialismo Auténtico, al que podemos resumir en propiedad social de los medios de producción y conciencia social, conciencia del deber social, conciencia de pertenencia a la sociedad.

¡Sin el Comandante, no hay Socialismo!

¡Sin propiedad social y conciencia social, no hay Socialismo!

¡Sin organización unida de los socialistas, no hay Socialismo!

¡Sin Socialismo no hay esperanzas!

5.3.07

APARECIÓ EL FONDO

El pronunciamiento del partido “podemos”, que lo deslinda de la propuesta de formar una organización que reúna a las fuerzas socialistas y lo acerca a la oligarquía, coloca la discusión de los bolivarianos en un plano de mayor densidad. Ya no es el planteamiento ligero que acompañó la discusión hasta el día viernes, “podemos” le dio un matiz ideológico a la discusión. Veamos.

“podemos” se distancia del proyecto del Comandante Chávez. Nos dice que está de acuerdo con la democratización del capital, y que no está de acuerdo con el Socialismo de Estado.

La democratización del capital es una forma de capitalismo, es decir, “podemos” está de acuerdo con el capitalismo.

En lo que respecta al rechazo al Socialismo de Estado, es un recurso retórico evitar la lucha por el Socialismo, un recurso que lo lleva al lodazal anarcoide.

La actitud de “podemos” devela la lucha ideológica que se desarrolla dentro de la Revolución Bolivariana, asoma los diversos intereses que se mueven en esa lucha. Y es un campanazo de alerta a los revolucionarios sobre la necesidad de cerrar filas, de jugar cuadro cerrado.

¿Cuál es la posición revolucionaria?

En una anterior columna, Fundemos la Sociedad Patriótica Socialista”, decíamos que:

“Quien sea revolucionario, quien crea que es el momento de construir el Socialismo, quien acepte el liderazgo del Comandante, debe por sobre todo ir, urgente, rápido, sin remilgos, sin mezquindades, a la formación de la Sociedad Patriótica Socialista” (que es el nombre que sugerimos para la nueva organización).

En otras palabras, los únicos requisitos que debían exigir los revolucionarios para ir a la formación de la organización que se propone son: aceptar el liderazgo del Comandante Chávez y su planteamiento ideológico central, el Socialismo.

Es decir, aceptar que la mayor fortaleza de la Revolución es la conexión amorosa entre Chávez y el Pueblo humilde, conexión que debe ser preservada por sobre todas las cosas. De allí que hoy, más que nunca, toma vigencia la consigna: Con Chávez todo, sin Chávez nada. Y significa además aceptar el llamado al Socialismo como el objetivo que hace de éste un proceso realmente revolucionario.

Esos son los únicos requisitos que deben preocupar a los revolucionarios, el resto se puede excusar, entendiendo que la formación de esa organización no cancela la lucha ideológica, al contrario, la hace más necesaria, la fortalece.

En la negativa de “podemos” se deja ver una debilidad para aceptar los dos requisitos: con eufemismos eluden al Socialismo, y con juego de palabras no reconocen de forma clara el liderazgo del Comandante.

Cuando redactábamos esta columna conocimos el planteamiento del PCV. Esperamos que ellos recapaciten y emulen la grandeza y agudeza política de Lenin, cuando dijo: “todo el poder a los soviets”, aún estando en manos de la derecha rusa. Que sepan poner por sobre lo mezquino los intereses de la Revolución Bolivariana, y fortalezcan el proceso llevando su caudal revolucionario al gran río que nos proponemos construir.

¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!

¡Dentro de la Organización Revolucionaria todo, por fuera nada!