20.4.07

SOCIALISMO O FASCISMO

El dilema de esta Revolución no es nuevo, es recurrente en la historia: se presentó con Allende en Chile, también con Rosa Luxemburgo en el Berlín de principios del siglo pasado, estuvo aquí mismo en Venezuela en los años sesenta, el Cono Sur no escapó de esta disyuntiva, y ahora, nuevamente, con mucha fuerza se presenta en nuestros días y en nuestro país.

Es que estas son las circunstancias siempre que los Pueblos están en el prólogo de construir un nuevo mundo.

En Venezuela hemos avanzado después de muchos años de lucha, de esfuerzo vital, hasta la encrucijada que nos permite ir hacia el Socialismo, o ir hacia el fascismo. Examinemos la situación.

Venezuela, país devastado por el capitalismo promotor de miseria material y espiritual, confronta problemas graves y profundos que causan una bomba social de alta destructividad.

Ahora bien, el Comandante ha dicho categóricamente que el capitalismo no puede resolver los problemas vitales de la humanidad, al contrario los crea y los agudiza, sólo el Socialismo puede superar los problemas sociales que confrontamos.

Es imperiosa la necesidad de ir hacia el Socialismo como única manera de resolver la pobreza que agobia a gran parte de la población, de construir una sociedad armonizada en el trabajo común y la distribución equitativa del fruto de ese trabajo.

En este empeño es central elevar la conciencia del deber social, todas las acciones de los revolucionarios deben llevar este destino. Sin conciencia del deber social el Pueblo es sólo una suma de egoísmos, fácilmente manipulable por los depredadores capitalistas. Por el contrario, un Pueblo con sentido del deber social es una fuerza capaz de hazañas legendarias.

El Socialismo tiene como base esta conciencia, con ella un Pueblo es capaz de construir mundos, sin ella no puede avanzar ni un paso en la búsqueda de su futuro. Si fallamos en la construcción de esa conciencia, la oligarquía podrá manipular el alma popular y hará que la Revolución pierda apoyo, se debilite, y se envalentonen para atacarnos.

Hoy aparecen indicios de la intención del imperio y sus lacayos de agredir de manera cruenta a la Revolución. Intentan utilizar una protesta, y trabajan para crearla, manipulan miedos, estimulan apetitos, se apoyan en egoísmos ancestrales, falsean información, preparan sus verdugos atroces. Saben que a este Pueblo rebelde, a este huracán bolivariano, sólo podrán someterlo por la fuerza del fascismo más cruel. Allende es muestra de lo que es capaz la oligarquía cuando está en juego la defensa de sus privilegios de casta.

Tal como ayer, el cielo encapotado anuncia una nueva tempestad. Debemos elevar el nivel de organización popular, una organización capaz de movilizarse frente a la agresión: los Concejos Comunales, las Mesas Técnicas, las Misiones, los Comités de Salud, el Partido Único, todos deben ser instrumentos de movilización para la defensa de la Revolución.

¡Rodilla en tierra con Chávez y el Socialismo Auténtico!

Ramón Martínez derrotado y la contrarrevolución triunfante

Cuando el Che Guevara dice que el Revolucionario está guiado por profundos sentimientos de amor, no escribe una frase suelta para adornar un artículo, al contrario, expone una tesis fundamental de la Revolución.

Siguiendo este pensamiento podríamos decir: una Revolución tiene como centro, como fundamento, el rescate de la capacidad amorosa de la sociedad que se ha perdido en los tremedales del capitalismo. Todo el esfuerzo revolucionario tiene como objetivo el amor. Basado en este principio es que decimos, con propiedad, que Cristo es el primer socialista.

No es pensable una Revolución que no esté guiada por profundos sentimientos de amor, todas sus acciones tienen como centro al amor. La necesidad de la propiedad social, frente a la propiedad antisocial es una necesidad de amor. La necesidad de formar un partido revolucionario no es otra cosa que un postulado de amor. Repetimos, todos los actos revolucionarios deben ir cargados de amor, o dejan de ser revolucionarios. Y vamos más lejos, es imposible que triunfe una Revolución que no tenga como centro al amor.

La batalla no es sólo por derrotar al enemigo oligarca, es también, y principalmente, por construir una nueva cultura, una nueva manera de relacionarse, un nuevo mundo, y esto sólo es posible fundamentado en profundos sentimientos de amor.

Es legendario el trato amoroso que la Revolución Cubana daba y da a sus adversarios. El trato a los prisioneros en la Sierra y en Playa Girón son irrefutables pruebas de amor, y es legendario el castigo ejemplar a los revolucionarios que violaban este código de amor heredado de Martí.

Y nadie puede decir que la Revolución Cubana, ejemplo de amor, es una Revolución claudicante, conciliadora, boba o cualquier otro peyorativo. ¡No! A la par de amorosa, es digna y firme frente al enemigo.

Lo anterior sirva de fundamento para el análisis del acto que el 19 de abril pasado tuvo lugar en el poliedro con motivo de la juramentación de los propulsores. Expliquemos.

Ramón Martínez no es santo de nuestra devoción, su postura política no la compartimos. Pero no hablaremos de eso, queremos analizar el comportamiento de los bolivarianos. Veamos.

Se combatió la postura errada del gobernador de Sucre, hasta allí todo bien, había que hacerlo, no hay dudas.

Ahora bien, la pregunta pertinente es ¿Cuál fue la enseñanza a la masa que allí estaba, y a los millones que observábamos?

La respuesta, lamentablemente, es que ese día la Revolución derrotó a un adversario a costa de extraviar el camino de la formación de la nueva ética y la nueva moral, la guiada por profundos sentimientos de amor.

Aquel odio, aquellos gritos de ¡fuera! de la muchedumbre, que recordaban la disociación de la meritocracia petrolera, aquella actitud de masa en circo romano, nunca nos harán avanzar en el camino revolucionario. Al contrario, son, sin duda, un atraso, no olvidemos las palabras de Martí: “El odio no construye”.

¡Chávez es Socialismo!

GRITO DE ORGANIZACIÓN

La conciencia revolucionaria la adquiere la masa a desigual velocidad y con diferente intensidad. Es esta diferencia en la adquisición de la conciencia lo que justifica y hace necesaria la formación de la organización revolucionaria. Veamos.

Al principio es un grupito de personas las que toman conciencia de la necesidad de cambio, las que rompen las fuertes cadenas de manipulación psicológica que las oligarquías apropiadoras mantienen sobre la población.

Este grupito de esclarecidos, de iluminados, de dirigentes, porque eso es lo que son, Pueblo esclarecido, iluminado, cultivado en la necesidad de la liberación, se organiza y planifica acciones tendientes a llevar el evangelio liberador al resto de la población, a dirigir las desordenadas, intuitivas y aisladas acciones de rebeldía de la masa contra la expropiación.

Este grupito de vanguardia planifica una acción que es como un grito, una campanada, un toquido dirigido a lo más profundo del alma del Pueblo, dirigida a allí donde yace lo más noble y lo más humano del humano. Entonces, si la acción tiene éxito el Pueblo despierta y emprende el hermoso camino de su redención.

Uno de esos gritos fue el Asalto al Moncada, otro el 4 de febrero, otro las guerrillas del sesenta.

Uno de esos hombres de vanguardia es Cristo, es El Libertador, es Lenin, Rosa Luxemburgo, es José Leonardo Chirinos, Fabricio, es el Che, es Fidel, es Chávez.

Estos hombres de vanguardia cifran el esfuerzo anónimo de muchos otros hombres de vanguardia.

La ideología de la pequeña burguesía, tan fuerte en estos días, sabotea la necesidad de una vanguardia, de una organización, de un partido. Expliquemos.

La ideología de la pequeña burguesía emana del desespero. Es una clase que hace conciencia de la injusticia y tiene ansias de liberación, pero simultáneamente espíritu de explotador, vive la tensión entre el capitalismo perverso y el terror a superarlo. En resumen, es anticapitalista, pero no socialista.

Por eso es que sabotea la construcción de los pilares fundamentales para la superación del capitalismo y el establecimiento del Socialismo, la instauración de la hegemonía de la propiedad social de los medios de producción, y la construcción de la vanguardia. De esta forma golpean la conciencia y la economía.

La principal forma de saboteo de la vanguardia es una suerte de igualitarismo, de organización horizontal, de “todos somos iguales”, por medio del cual el hombre que se hace conciente, que estudia, que se hace hombre de vanguardia, deja de ser parte del Pueblo, y por tanto incapaz de dirigirlo.

Esta ideología, esta conducta de la pequeña burguesía, es contrarrevolucionaria, saben que no puede haber Revolución sin vanguardia, y la sabotean de soslayo.

De allí que uno de los pasos más importantes en la formación del Partido Socialista Unido, es derrotar la ideología pequeño burguesa, que desde nuestras filas y en forma sutil sabotea la organización.

¡Chávez es Socialismo!

¡Sin Vanguardia no hay Revolución!

18.4.07

FÁBRICAS Y SENTIMIENTO SOCIALISTA

El Socialismo es por sobre todo un sentimiento: el sentimiento de pertenencia a la sociedad, el sentirnos parte e hijos de la sociedad, querer que nuestro trabajo y nuestro anhelo tenga como único objetivo el bienestar de esa sociedad, que nuestra suerte esté ligada a la suerte de ella, y saber que ella, con sentimiento maternal, cuidará, no abandonará a sus hijos.

La lucha por el Socialismo, es en definitiva la lucha de ese sentimiento socialista integrador de la sociedad en lucha feroz contra el sentimiento capitalista, egoísta individualista que la fragmenta.

El sentimiento de pertenencia a la sociedad es genético en el humano, sin embargo en el capitalismo está aplastado, he allí una de las causas de la peste que este sistema produce. El humano del capitalismo es un ser disociado, huérfano, en búsqueda incesante de sus semejantes, un ser perdido en un salón de espejos que sólo reflejan al capital.

Únicamente el Socialismo puede liberarlo de ese laberinto, de la alienación en que vive, y restituir su imagen de humano reflejada en otros humanos, todos integrados en sociedad.

Por ser el Socialismo, un empeño social, las medidas socialistas, el camino socialista debe tener ante todo carácter social, debe atañer a toda la sociedad. Explicamos.

Estudiemos un ejemplo que está al día: al formar fábricas de propiedad social, estamos dando un gran paso hacia la economía socialista, dejamos atrás los cantos de sirena de la cogestión, empresas de producción social, y otras variantes de propiedad capitalista.

Desde esas fábricas de propiedad social debemos irradiar sobre el resto de la sociedad la espiritualidad socialista, el destello anunciador de la reconstrucción de la sociedad, del sentimiento amoroso, de que el rencuentro del individuo con la sociedad tiene asidero real.

El extraordinario paso que significa la formación de empresas de propiedad social, debe ser el inicio de una marcha hacia zonas espirituales y materiales socialistas: Estas fábricas deben unirse, constituir una zona socialista nacional en la que se pueda hacer planificación de la producción y el consumo. No olvidemos que la planificación económica es la vía para que el humano controle su realidad. Con la planificación la economía deja de ser un azar y se convierte en una certeza.

Una de las características más importante de esas fábricas de propiedad social, es que deben ser Fábricas-Escuelas de trabajo voluntario, los empleados públicos, los estudiantes, los concejos comunales deben tener allí lugar para el trabajo voluntario. Porque es el trabajo voluntario la puerta de entrada hacia la espiritualidad socialista, es el terreno de formación del hombre nuevo.

El ejemplo que emane de esas fábricas debe convertirse en paradigma nacional, en soporte de la prédica del Motor Moral y Luces, en centro del debate sobre la construcción del Socialismo.

Esas fábricas serán un gran avance de la Revolución Bolivariana y deben ser aprovechadas en todo su potencial.

¡Chávez es Socialismo auténtico!

¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!

¡La propiedad social, escuela de Socialismo!

¿ES NECESARIO EL PARTIDO?

La organización política está ligada a la formación social que la contiene, y esta relación determina su estructura y su función.

Por ejemplo, la Sociedad Patriótica de 1810, estaba ligada a la formación social esclavista colonial, pero con ella se relacionaba de manera revolucionaria, su estructura y función obedecían a este objetivo.

Por su parte, la Junta Defensora de los Derechos de Fernando VII estaba ligada a la misma formación esclavista colonial, pero se relacionaba con ella de forma reformista, y su estructura y función estaban en concordancia con este objetivo.

En la Venezuela rentista, que adoptó como forma política el pacto oligarca de punto fijo, la situación cambió: encontramos organizaciones revolucionarias cuya estructura clandestina estaba determinada por la situación de represión, y su objetivo era la toma del poder para transformar las consignas revolucionarias en consignas de la nación toda.

¿Cuál es la situación hoy en Venezuela?

Con la llegada al poder de la Revolución Bolivariana, la situación, las tareas teóricas y prácticas, son otras: ya dejamos atrás las faenas puramente electorales, que bien desempeñó el MVR, y entramos en el periodo de transición hacia el Socialismo. Ahora es necesario construir la organización política revolucionaria de esta nueva etapa.

Muchas son las preguntas que surgen ¿Es necesaria esta organización? ¿Qué justifica su existencia? ¿Cuál es su objetivo? ¿Cuál su estructura? Intentemos aproximarnos a las respuestas.

La necesidad de la organización política en esta etapa emana de varias fuentes: Una, la diferencia de nivel de conciencia revolucionaria, de conciencia del deber social en el Pueblo, que impele a agrupar a los más concientes en una organización que tiene como principal objetivo, con su ejemplo y con su prédica, irradiar la conciencia revolucionaria a los sectores más atrasados.

Otra, sólo la organización política revolucionaria puede resolver el dilema de la Revolución ¿Cómo construir la nueva sociedad con los hombres colonizados por la ideología dominante de la sociedad que queremos superar? O, lo que es lo mismo, cómo construir lo nuevo con el hombre formado en lo viejo. O, recordando al Che, cómo construir el Hombre Nuevo.

La respuesta está en la organización revolucionaria, donde la conciencia colectiva revolucionaria se impone a los resabios individuales de la conciencia del pasado.

La organización revolucionaria que necesita la marcha al Socialismo tiene varias premisas imprescindibles: Primero, debe estar formada por quienes quieren avanzar hacia el Socialismo, por quienes creen que construir el Socialismo es posible ahora. Segundo, ser garante, ejemplo, de la marcha material y espiritual hacia el Socialismo. Tercero, será prefiguración de las nuevas relaciones humanas amorosas que se establecerán en la sociedad del futuro.

La organización revolucionaria es la primera tarea de los revolucionarios, no es un capricho, la actitud frente a ella, lo que construyamos, definirá a la Revolución. Una organización débil, ambigua, sin objetivos claros, agotada en sí misma, será signo de una Revolución también débil, sin precisiones, incapaz de las tareas que el camino nos reserva.

¡Organicemos el partido, fortalezcamos el Socialismo!

¡Rodilla en tierra con Chávez y el Socialismo Auténtico!

17.4.07

PÉREZ ABAD Y JERÓNIMO CARRERA, ABRAZO MANTUANO

Para algunos será incomprensible la coincidencia teórica entre el Presidente de Fedeindustria y el Presidente del Partido Comunista de Venezuela. Tratemos de buscar una explicación a este abrazo teórico predecible e inevitable.

En época de Revolución las ideologías deben enfrentarse a los requerimientos de la realidad, y es el veredicto de la práctica el último juez, la que dictaminará si la ideología es útil para avanzar o es obstáculo en el camino. Cuando la retórica cede el paso a la realidad, las ideologías ocupan su verdadero lugar en la lucha revolucionaria.

El Presidente del Partido Comunista de Venezuela nos presenta una ideología dogmática, es una interpretación mecánica que consiguió el absurdo de hacer del marxismo una teoría, no para la Revolución, sino para la contrarrevolución.

Estos castradores de la teoría revolucionaria, postulan que sólo es posible que un país se zafe del capitalismo, si las fuerzas productivas entran en contradicción con las relaciones de producción, de esa manera vendría, como por arte de magia, el Socialismo. Entonces la posición revolucionaria sería aliarse con las oligarquías nacionales en una suerte de liberación nacional, o frente amplio.

Según este planteamiento, en el que coinciden Pérez Abad y Jerónimo, cuando Fidel baja de la Sierra Maestra en lugar de hacer la Revolución en Cuba, país con capitalismo poco desarrollado, ha debido llamar, en nombre de un marxismo castrado, a los Pérez Abadad para que le desarrollaran el capitalismo.

Así los patriotas el 19 de abril, han debido aceptar a la Junta Protectora de los Derechos de Fernando VII, y no hacer la Revolución porque el país no se había desarrollado lo suficiente para la independencia.

El planteamiento convoca a la Revolución Bolivariana a claudicar en su empeño de ir hacia el Socialismo.

Mas reaccionaria no podía ser esta postura.

Estos dos Presidentes, Pérez Abad y Jerónimo, cambian con esta deformación la meta socialista por la meta del desarrollo de un capitalismo que pretenden patriótico, humano, que no explotará a nadie. Y a ese contrabando intentan pasarlo por Socialismo.

Ahora es comprensible el abrazo entre los dos Presidentes: los une un marxismo antileninista despojado de su carga revolucionaria, que hasta la oligarquía puede adoptar, los dos se unen en la contrarrevolución.

La Revolución nunca se hará partiendo del dogmatismo, sea éste sincero o interesado. Caben aquí las palabras de Fidel: “el deber de los revolucionarios es hacer la Revolución” y añadimos nosotros, siempre, aún en las condiciones más adversas.

Las revoluciones han sucedido, han jalonado la historia de la humanidad, porque hicieron una interpretación fresca, inteligente, no dogmática, revolucionaria, de la teoría revolucionaria, y la adaptaron a las realidades concretas de sus países.

La tarea de los revolucionarios venezolanos es adecuar la teoría revolucionaria a las condiciones nuestras y correr la hermosa aventura de participar en una Revolución.

¡El Socialismo es posible hagámoslo, no hay excusa!

¡Chávez es Socialismo!

¡Derrotemos a los oligarcas y dogmáticos!

16.4.07

ENERGÍA, AHORRO SOCIALISTA Y SOBREVIVENCIA

El mundo enfrenta un reto de proporciones vitales, se trata de construir un mundo viable, o consumir las reservas energéticas que hoy tiene el planeta en una marcha suicida hacia la extinción de la vida.

Dos vías son posibles para enfrentar el desafío:

Una, la búsqueda desesperada de fuentes de energía para mantener el consumo demencial de los países desarrollados, llevándose por delante la vida, Pueblos, ecosistemas, poniendo al servicio de este empeño brutal a toda la actividad planetaria.

Este camino del capitalismo nos lleva a la devastación de la ecología planetaria, y condena a la mayoría de la población mundial a la miseria material y espiritual.

La otra vía, es el Socialismo. Creemos firmemente que la sobrevivencia de la especie y de la vida del planeta depende de la capacidad de la humanidad de recomponer su equilibrio interno y su equilibrio con la naturaleza, es decir, superar la voracidad capitalista, eso sólo es posible con el Socialismo.

La permanencia de la especie depende de que usemos el “tiempo de energía fósil” que aún nos queda para construir una sociedad armónica.

Si nos contentamos con organizar el consumo desaforado, si sólo le ponemos filtros y cuotas a las emanaciones, si seguimos el camino de la inconciencia, que frente a la realidad del planeta se desentiende y sigue consumiendo demencialmente, estamos condenándonos a la extinción, y en lo inmediato martirizando a las mayorías de nuestros Pueblos con la miseria, porque ese es el resultado del desarrollo capitalista.

Entonces, es necesario construir acuerdos internacionales de ahorro energético, de control de emanaciones, de protección ambiental. En resumen, acuerdos de restitución de armonía con la naturaleza, que deben ir junto a acuerdos de restitución de la armonía interna de nuestras sociedades, de lucha contra las desigualdades, contra la pobreza.

Es imprescindible, no hacerlo es suicida, tomar medidas fuertes, drásticas de ahorro de energía. Este es un compromiso muy difícil, pero vital para la humanidad.

El capitalismo, con su voracidad insaciable, con su necesidad permanente e infinita de expansión, a nada teme más que al ahorro, a la disminución del consumo, de cualquier consumo, pero mucho más al ahorro de energía. Hacen de todo por mantener sus niveles de consumo, hasta la locura de transformar alimento humano en alimento de máquinas.

De allí que es la conciencia de ahorro social uno de los escenarios de la confrontación mundial entre el capitalismo y la nueva sociedad que necesitamos fundar, una forma muy importante de enfrentar la enfermedad capitalista.

Al plantearnos el ahorro social, estamos entrando en un proceso de reflexión referente a la manera de consumir y a la manera de producir, análisis que nos llevará a cuestionar la forma de organización de la sociedad capitalista.

Cuando una sociedad realiza jornadas de ahorro, está tomando las riendas de su destino, y esa condición la llevará a restituir la armonía perdida.

¡El ahorro social, es propio del Socialismo!

¡Chávez es Socialismo Auténtico!