12.7.08

CON EL HÍBRIDO HEMOS TOPADO

Los hechos son los hechos y las revoluciones se hacen en la realidad, no en los deseos ni en los libros.
Y es un hecho que esta Revolución presenta componentes híbridos: nuestra economía es un híbrido capital-Socialismo. La política, que es reflejo de esa economía, nos presenta bolivarianos que aúpan el capitalismo, y bolivarianos socialistas. Lo social no escapa a esta situación híbrida, y lo más importante, la conciencia, es escenario de lucha entre los polos del híbrido, entre el Socialismo y el capitalismo.
Esta es la realidad y con ella debemos lidiar.
La pregunta que surge es ¿Cuál es la conducta de los revolucionarios en esta situación de híbrido? Analicemos la situación.
Lo primero es estudiar las características del híbrido:
El primer componente, el capitalismo: por su naturaleza no puede dejar de expandirse, ocupar más territorio, ganar más, engullir a los más pequeños, crecer sin medida, difundir la ideología, la cultura, los valores, la ética que le es propia, lo justifica y lo perpetúa. El capitalismo es insaciable, esa es su naturaleza. Responde en última instancia a los intereses del capitalismo mundial.
Los capitalistas nacionales, son capitalistas, ni más ni memos, no son diferentes a los capitalistas de resto del planeta, siempre se comportarán como capitalistas, como enemigos de la Revolución , como sepultureros del Comandante Chávez y del Socialismo.
El otro componente del híbrido, el Socialismo: postula la Propiedad Social , la distribución social, la Conciencia Social. Tiene la debilidad de ser un camino poco conocido. Contra él se confabulan las costumbres de siglos, la ideología dominante, la economía dominante, las ambigüedades del campo Socialista.
Presenta aún una economía débil, dispersa, tímida, y una Conciencia del Deber Social horadada, difusa.
Se deduce que el híbrido que hoy vivimos no es un escenario de armonía, es un coso de confrontación.
¿En estas circunstancias cómo impulsar al Socialismo?
Primero entender que estamos en el centro de una extraña guerra donde convivimos con el poderoso enemigo.
Siendo así, es necesario fortalecer la Zona Socialista , en lo económico, en lo político, en lo social y sobre todo en lo ideológico.
Es necesario planificarla, integrarla, señalarle estrategia. Es importante saber las características fundamentales de la sociedad que queremos construir y de la cual esta zona es núcleo. En gran medida lo que sea esta zona será la sociedad futura, o dicho en otras palabras, la Zona Socialista determinará al rumbo Socialista, a la sociedad Socialista.
Esa Zona debe servir de soporte al enfrentamiento económico, político, moral, ético, contra el capitalismo, allí deben florecer los valores socialistas, debe ser ejemplo de la ideología Socialista actuando en la práctica.
Es necesario integrar la Zona Socialista , darle organicidad. Un buen comienzo sería un congreso donde participen las fábricas socialistas y demás empresas administradas por el Estado, las Misiones, los Fundos, PDVAL, los núcleos endógenos. De allí deberían salir propuestas organizativas e ideológicas para consolidar la Zona Socialista y ponerla en las mejores condiciones para enfrentar el monstruo capitalista.
Criticar es Amar
José Martí

11.7.08

SEÑALES Y SITUACIONES

Toda situación política envía señales que la advierten. Los políticos, y sobre todo los revolucionarios, deben saber leerlas, anticiparlas, conducir al pueblo de acuerdo a los augurios, prepararlo, alertarlo.
Esto es posible porque las nuevas situaciones se engendran en el seno de las viejas circunstancias. El futuro se gesta en el presente.
Una mala lectura de las señales nos hará tomar medidas equivocadas, y así afrontaremos las nuevas situaciones en debilidad. Si nos cegamos frente a las señales, si filtramos las señales negativas y nos enloquecemos con las positivas, estaremos saliendo del trance inmediato, pero cuando se incendie la pradera no estaremos preparados, la sorpresa nos derrotará.
Intentemos detectar las señales que nos envía el futuro, y con ellas construir éxitos. Hay indicaciones claras de que las vanguardias están discutiendo de política grande, hay grupos que intercambian opiniones, los blogs están repletos de angustias, cuestionamientos y opiniones, los periódicos alternativos participan en polémicas políticas. Este ambiente es buena señal.
Las recientes medidas político-económicas levantaron una fuerte discusión, los voceros de las diferentes clases sociales se manifestaron, los trabajadores tomaron diversas posiciones, hablaron los clasistas y los oportunistas.
Las otras clases tuvieron sus voceros, los empresarios se dividieron, como siempre, de acuerdo a sus intereses, los comerciantes manifestaron desagrado, los beneficiarios regocijo.
Los argumentos abundaron, desde las definiciones de Socialismo más ambiguas hasta precisiones más estrictas. La política salió de la estulticia electoral y entró en el terreno de la lucha de clases. Esto también es buena señal.
Por otra parte aparecen, cada vez con más frecuencia, pequeños conflictos: se cierran calles, se queman cauchos, por horas se trancan importantes vías, los reclamos aumentan. Esa es una señal preocupante y debe alertar a la Revolución, merece un estudio y tomar medidas.
Es un error despachar estas señales diciendo que son parte de un plan desestabilizador, que la oposición prepara un “julio perverso”, o algo por el estilo. Esa apreciación de las señales no nos ayuda a corregir, y por tanto nos conduce al fracaso. Ignorar no es resolver.
Esas señales que cada día aumentan, cada vez se hacen más fuertes, nos indican que hay problemas en la Revolución. Veamos.
Problemas organizativos políticos: los partidos de la Revolución no aparecen haciendo frente a esos pequeños conflictos, lo que nos indica que están sumergidos en sus propios y mezquinos problemitas electorales, desligados de los problemas del pueblo.
Problemas en la organización social: los consejos comunales no son canales efectivos para responder a los asuntos que dan origen a los conflictos.
Problemas en la conciencia de la población: se antepone lo local a cualquier otra consideración social.
Problemas en la formación política: ante cualquier dificultad, y cada vez con mayor frecuencia, el pueblo cae en los infames brazos de las televisoras enemigas, acude a ellas en una especie de castigo, esto es una malísima señal. Pero, peor es que a altos dirigentes de los partidos de la Revolución también los seducen las mieles de globovisión.
Las señales están allí.
Criticar es Amar
José Martí

10.7.08

TRABAJO Y REVOLUCIÓN

Una Revolución tiene como uno de sus fundamentos principales establecer una nueva relación de la sociedad con el trabajo. Veamos.
En el capitalismo, la sociedad se relaciona con el trabajo a través de una fracción de ella: los propietarios de los medios de producción. El trabajo, que es social, es apropiado por esta fracción que lo distribuye y planifica, ya no socialmente sino de acuerdo con sus intereses mezquinos.
De esta manera, se establecen las bases materiales de una sociedad escindida, extrañada de la naturaleza, el aislamiento de los hombres y la enajenación del trabajo.
En el Socialismo, la sociedad vuelve a ser dueña de los medios de producción, se relaciona con el trabajo directamente. Se restablecen así las condiciones para la planificación y distribución social del trabajo, se puede planificar y distribuir de acuerdo a las necesidades sociales.
Así se establecen las bases materiales de una sociedad integrada, en armonía con la naturaleza. Se restablece la relación amorosa entre los hombres, el trabajo deja de ser una compulsión para la sobrevivencia, para convertirse en una actividad de elevación del humano.
En Venezuela, país rentista, donde la sociedad se relaciona con la renta de manera clientelar, la relación con el trabajo es capitalista, y el proletariado es escaso. La Revolución precisa con urgencia construir los fundamentos de la Conciencia del Deber Social, la espiritualidad amorosa propia e indispensable para el Socialismo. Establecer una nueva relación de la sociedad con el trabajo.
¿Cómo hacerlo?
Hay una dificultad estructural, cultural: la relación de la sociedad con el trabajo es laxa, nuestra principal fuente de riqueza absorbe poquísimos obreros y produce enormes ingresos, que permean a la sociedad por diferentes conductos y crean esa relación laxa con el trabajo.
En estas circunstancias: ¿cómo resolver el reto? ¿cómo construir una cultura Socialista del trabajo? Dos son las posibilidades:
Una, caer en la tentación etapista y dar la tarea al capitalismo, estimularlo, pensar que él construirá una cultura capitalista del trabajo, y que luego la Revolución transformará esa cultura capitalista, esa relación capitalista con el trabajo, en relación Socialista.
Esta posibilidad no es viable por múltiples razones: la principal, los oligarcas en un país rentista no les interesa producir, les interesa apropiarse de la renta.
La vía Socialista propone: crear fábricas socialistas, de Propiedad Social, condición indispensable para que sean escuelas donde se aprenda la nueva relación con el trabajo, y desde donde se irradie esta nueva conciencia al resto de la sociedad.
Estimular el Trabajo Colectivo Voluntario, este es un pilar que sirve de base a la nueva Cultura Socialista, que es una nueva relación Socialista con el trabajo, un poderoso antídoto contra la cultura capitalista del trabajo.
El Trabajo Colectivo Voluntario es un indispensable instrumento para hacer Revolución Socialista en países con escaso proletariado, allí se debe asentar la Conciencia del Deber Social.
La Revolución tiene que impactar a la sociedad con Trabajo Voluntario, todos deberían hacerlo, desde los ministros hasta los niños de escuela, los sindicatos.
Es necesaria una gran Misión de Trabajo Colectivo Voluntario.
Criticar es Amar
José Martí

9.7.08

IDEOLOGÍA, RAZONES Y ORGANIZACIÓN

En última instancia la lucha de clases se decide por la ideología que la guía, las razones que la impulsan y por la organización que la soporta. Veamos.

La relación de una clase con su ideología no es una relación mecánica, rígida, al contrario, la ideología propia de una clase se mueve por la sociedad.

La ideología dominante, propia de la clase dominante, se hace hegemónica porque anida en el alma de las demás clases. De esa manera es posible la permanencia y perpetuación del modelo capitalista. Es así que el capitalismo se constituye en la existencia que determina la conciencia de toda la sociedad.

Pero hegemonía no significa unanimidad, con la ideología dominante cohabitan en dura pelea otras ideologías.

La ideología revolucionaria, la que postula superar el modelo capitalista, sustituir la hegemonía capitalista por la hegemonía socialista, es propia del proletariado, de la clase que vende su trabajo en las fábricas. Expliquemos.

Al trabajar en cooperación, donde el producto del trabajo depende de la acción conjunta de cada uno, y el proceso tiene la velocidad del más lento, ese trabajo peculiar y diferente al trabajo de cualquier otra clase, desarrolla las condiciones materiales de existencia propicias para derrotar al egoísmo, para entender y encarnar el sentido de cooperación, de suerte compartida, en definitiva, de sociedad.

Es allí, de esa relación con el trabajo, que surge la ideología revolucionaria altruista, que se opone a la ideología egoísta capitalista, propia de las clases cuyos miembros no cooperan entre si, al contrario, son adversarios, compiten, el éxito de uno depende de la desgracia de otro.

La ideología revolucionaria, al igual que la ideología capitalista, también se mueve por la sociedad, encarna en otras clases sociales, las impregna, las conduce, es de esta manera que se hace posible la Revolución en países con poco desarrollo del proletariado.

Podríamos decir, corriendo el riesgo de que suene a herejía, que para la Revolución es decisivo, más que la clase social revolucionaria, la ideología revolucionaria.

Estas dos ideologías, la revolucionaria y la capitalista, o si se quiere la Socialista y la capitalista, se enfrentan en la política, que es la disputa del poder, la lucha por la conducción de la sociedad.

Ese enfrentamiento se hace sólo mediante organizaciones políticas que dirigen a las clases en pugna. La clase toma conciencia de si misma cuando construye una organización política que representa su ideología, que disputa el poder, que toma acciones que la representan, que la defienda y luche por sus objetivos.

De allí que la clase revolucionaria, sin esta organización política, no ha llegado al nivel de clase capaz de disputar el poder, es subordinada a otras clases, es hegemonizada.

Entonces, la Revolución precisa de la ideología revolucionaria encarnada en la clase revolucionaria, de la organización revolucionaria, y de razones sagradas por las cuales luchar.

El Socialismo es la más excelsa razón por la cuál luchar, significa la salvación de la humanidad. Por eso los que lo reducen a un simple asunto de producción, lo están asesinando.

Criticar es AmarJosé Martí

8.7.08

LA LUCHA DE CLASES

Con el caminar de la Revolución , sucedió lo inevitable: afloró la lucha de clases en su interior.
Cuando la etapa de la Revolución fue la de resolver las carencias heredadas del pacto de punto fijo, es decir, pagar la deuda social, atender las necesidades postergadas durante siglos, crear un clima de libertad y respeto al humano, empujar a la vieja oligarquía para que hiciera un lugar a la oligarquía emergente, cuando de eso se trataba, entonces Venezuela era de todos, el objetivo era compartido por todos los chavistas.
Cuando esa etapa se agota, cuando es necesario hacer una propuesta estratégica y el Comandante nos convoca primero al antiimperialismo, esta consigna en el fondo no desagrada a las oligarquías con pretensiones exportadoras, con voluntad de disputar mercados exteriores. Si la propuesta no pasaba a mayores, ellos la podían acompañar.
La gran batalla empieza a gestarse cuando el Comandante llama a avanzar hacia el Socialismo, allí irrumpe la lucha de clases.
La oligarquía desató una gran campaña para desvirtuar al Socialismo, quitarle precisión, así se evitaba ir al fundamento del Socialismo: la Propiedad Social de los medios de producción y la Conciencia del Deber Social que allí se entrelaza. Fue una fase en la que se despreciaba la teoría y la organización, el lema “inventamos o erramos”, se transformó en una llave para justificar la improvisación y el escamoteo.
Pero, la lucha de clases se desarrollaba en la práctica, continuó corriendo por debajo de esta supuesta confusión teórica, y la oligarquía desarrolló su proyecto, que tenía como fundamento, en esa etapa, el saboteo de las formas sociales de propiedad y el estímulo a las formas nosociales, base material del capitalismo. Es así que surge la propuesta de la cogestión, de las cooperativas, de las EPS, autogestión, núcleos endógenos…
Entretanto, la corriente de la ideología proletaria iba adquiriendo conciencia, combatía contra la oligarquía externa, dio las batallas de abril y de diciembre, aprendía a reconocerse, pero no desarrollaba con fuerza su proyecto.
Las empresas de Propiedad Social que se formaron, la Harina Yaracuy , Lácteos Los Andes, se baten en terreno adverso entre la necesidad de ser ejemplo de eficacia Socialista y el cerco de la economía y la conciencia capitalista.
¿Qué ha pasado?
Sucedió lo inevitable, en la práctica se dio un enfrentamiento alrededor de la propiedad de los medios de producción, la ideología de la clase obrera emerge encarnada en obreros y otros estamentos sociales, y mediante un comunicado histórico, aparecido en el DEBATE SOCIALISTA número 16 del día viernes 27 de junio, se enfrentó al estímulo a la propiedad no social de los medios de producción, reconoció a la propiedad como el objetivo principal de la lucha por el Socialismo.
Inmediatamente los tanques pensantes de las oligarquías afilan las deformaciones y las descalificaciones.
La Revolución avanza, la clase obrera da muestras de encontrarse con su ideología, con sus objetivos históricos: apoyar al Comandante en el camino hacia el Socialismo, y eso aterra a las oligarquías que pierden terreno de maniobra, ya no les será tan fácil desviar a la Revolución.
Criticar es Amar
José Martí

7.7.08

¡BATALLA!

La batalla de la Revolución Bolivariana tiene los campos definidos, no es posible ignorarlos.
En una trinchera se encuentran los que propugnan el capitalismo: se presentan con mil matices, arropados con retóricas de todo tipo, pero, como dice el Comandante, “siempre se les ve el bojote”, que no es otro que la defensa de la propiedad antisocial de los medios de producción y la conciencia egoísta que de allí se desprende, es decir, la defensa del capitalismo.
Este bando tiene su expresión política que se manifiesta cada vez que la Revolución avanza: es el caso patético de Podemos y de Ramón, el otrora adulador que ayer nomás libaba Revolución y ahora aparece como paladín del capital.
En la otra trinchera se ubican los que impulsamos el Socialismo verdadero, estamos desunidos, sin reconocernos, hay muchas suspicacias y reconcomios, pero sobre todo hay mucha debilidad ideológica, nos cuesta ir a la raíz, nos avergüenza ser radicales. Sin embargo, cada día se aclara el horizonte, cada vez nos acercamos más a la definición del Socialismo Bolivariano y en torno a él nos agrupamos, cada vez más entendemos la vital importancia de la Conciencia del Deber Social y de la Propiedad Social de los medios de producción.
Estos dos bandos están en lucha permanente, cada vez más abierta: se presenta en el fondo de las discrepancias en la Asamblea , en las escaramuzas entre la dirigencia, en el desconcierto del Pueblo frente a los intentos de conciliación y a las debilidades, y también en las discusiones del PSUV. Ya todos los sectores toman partido en esta batalla, poco a poco los campos se condensan.
Los revolucionarios en esta hora de encrucijada tenemos una responsabilidad principal: mantener en alto la bandera del Socialismo verdadero, luchar contra el capitalismo donde quiera que esté.
Para esto debemos prepararnos, estudiar, discutir para cada día conocer mejor las ideas revolucionarias y difundirlas, sólo así podremos participar con éxito en la batalla de ideas, que es en definitiva la que decide el combate. Es menester reconocernos, agruparnos, organizarnos, detectar nuestras debilidades y nuestras fortalezas, remediar unas y potenciar las otras.
Es necesario cerrar filas, jugar cuadro cerrado con el Comandante, única esperanza de avance. Fortalecer la conexión Pueblo-Comandante , posibilidad cierta de triunfo revolucionario.
Es hora de grandeza, de subir la mira, de zafarnos de lo mezquino, entender el papel histórico que nos toca vivir. Estamos ante una oportunidad de avanzar como nunca antes se había presentado en toda nuestra historia, en nuestras manos está si nos elevamos con audacia o nos quedamos amarrados por las costumbres colonizadoras de la querella mezquina, el combate sin sentido, la batalla egoísta, la visión pequeña.
Son tiempos de vuelo alto, del paso de Los Andes, del Asalto al Cuartel Moncada, del 4 de febrero, de abril, de diciembre. Vamos al Socialismo, el mundo no espera menos de nosotros, nosotros no podemos darle menos al mundo.
¡A la Batalla !

6.7.08

LA APATÍA

La apatía es una de las principales dolencias de una Revolución, es una enfermedad silenciosa, percibida sólo por los más avisados dirigentes. Cuando una Revolución padece la peste de la apatía, entra en situación de sumo peligro.
La apatía no es activa, es pasiva, por eso es de difícil detección, lo visible son sus consecuencias, produce un vacío que reclama nuevos actores, he allí su principal riesgo.
Uno de los principales síntomas anunciadores de apatía es la dificultad de movilización de las masas.
En época de auge las masas prácticamente se movilizan solas: basta una mirada de los líderes, una sonrisa o un chasquido de dedos para que la masa llene las anchas alamedas.
Cuando hay apatía la movilización es pesada, las anchas alamedas son sustituidas por cosos cerrados, las calles se llenan con recursos visuales, cada vez más se evita convocar.
Otro síntoma es la pérdida de la condición gregaria de la masa, ésta comienza a disolverse, a resolver sus angustias de forma individual, a protestar o a aprobar aisladamente. Ya no hay “esquinas calientes”, las discusiones de grupos espontáneos son cada vez más escasas, y cuando aparecen no hablan de política, el deporte suele llenar el vacío.
Ese es otro de los síntomas, la política grande, pero también la pequeña, desaparecen de la conversación, en ese momento importa más quién gana la eurocopa que quién es el posible gobernador de un estado.
La apatía debería soltar todas las alarmas de los partidos revolucionarios, sus puestos de observación deberían decretar alerta máxima.
Todo lo anterior nos lleva a varías preguntas. Veamos.
¿Hay apatía? ¿Se está formando un vacío que se expande poco a poco? ¿Estamos contribuyendo los revolucionarios a la apatía?
Las respuestas serán variadas, y darán lugar a una discusión inútil que puede aumentar la apatía, si ésta existiere.
En el caso de la peste apática, los partidos revolucionarios deben actuar con medidas preventivas. Si no hay enfermedad mejor, pero nunca está de más el cuidado para que no nos afecte.
Una de esas medidas preventivas sería actuar siempre con un gran respeto a la inteligencia y la sensibilidad de las masas. La incoherencia siempre es detectada por la masa con suma rapidez y facilidad, y es causal de apatía.
Por ejemplo, toda explicación para justificar que los partidos revolucionarios no vayan a las elecciones unidos, es incoherente.
Otra de esas medidas preventivas sería dar a las masas razones sagradas por las cuales luchar. Si nosotros no nos diferenciamos radicalmente de los oligarcas, si el Socialismo nuestro no significa un cambio radical con respecto al capitalismo, si no proponemos una nueva manera de relacionarnos, un nuevo mundo, que es mejor que el mundo propuesto por los oligarcas, entonces no hay razón sagrada para apoyarnos, habrá apatía.
Si no convencemos que el Socialismo es la última oportunidad de la humanidad, que se trata de escoger ya no entre Socialismo y barbarie, sino entre Socialismo y extinción de la vida, estaremos abriendo cauce a la apatía.
Criticar es Amar
José Martí