9.6.12

­SOCIALIZAR AL SOCIALISMO (Sábado 09-06-2012)

Una Revolución es un drástico cambio cultural, debe, tiene que fundar una nueva manera de hacer política. La usanza tradicional burguesa no sirve para impulsar los cambios que reclama la nueva situación, al contrario reafirma lo viejo.
La política revolucionaria tendrá como principal objetivo "Socializar al Socialismo" esto es, que la idea, el concepto, el sentimiento, la práctica socialista se hagan propias de toda la sociedad, y que esa cultura sea la hegemónica, que se haga ética.
Si entendemos que el pilar espiritual del Socialismo es la fraternidad, el amor, deduciremos que las principales tareas de la Revolución son las batallas contra el egoísmo capitalista y por la socialización de la fraternidad, en definitiva, por la integración de la sociedad que el capitalismo fragmenta.
En esta tarea vital del Socialismo el papel de los medios es fundamental, el contenido de sus mensajes es una radiografía de la ideología que guía a la Revolución: si el centro de su actividad son los valores materiales e individuales, si sólo prestigian los actos de recompensa material, estaremos afirmando el egoísmo, construyendo conciencia antisocialista, criando cuervos, fragmentando a la sociedad. En resumen, llevamos agua al molino reformista.
Por el contrario, si difundimos los trabajos voluntarios colectivos, las muestras de fraternidad en la sociedad, estaremos sentando las bases para una nueva visión del mundo, sintiendo la satisfacción por el deber cumplido, fracturando la lógica capitalista.  Si además promocionamos la conducta fraterna, si la premiamos moralmente, entonces estaremos caminando hacia la espiritualidad socialista.
Es indispensable que la Revolución planifique jornadas que movilicen y conmocionen a toda la sociedad. Por ejemplo: "un día para la Fraternidad ", en ese día todos los bolivarianos, sus organizaciones, el PSUV, el Polo Patriótico, los sindicatos, ¡todos a la calle! a poblar el país de puntos de encuentro donde se discutan las nuevas relaciones entre los humanos y la importancia de resolver los problemas en unión, así detectaremos los problemas y le daremos solución colectiva voluntaria. Todos participamos dando de acuerdo a nuestra capacidad: unos caletean, otros pegan bloques, pintan, otros cantan, cuentan cuentos, llevan café. Una jornada de vivencia socialista, como diría Martí: "de todos por el bien de todos", bella definición del Socialismo.
La Revolución precisa, he allí su mayor instrumento educativo, jornadas masivas voluntarias y que sean publicitadas, prestigiadas. El espíritu social se consolida en la práctica social.
No podemos permitir que el ambiente electoral burgués distraiga la formación socialista. No. La Revolución necesita los votos pero también formar la conciencia, el espíritu social que garantice la continuidad de la Revolución y la construcción del Socialismo.
Es así, en las elecciones se decide en dos frentes la permanencia de la Revolución. Uno , el táctico, el numérico, los votos. Es necesario aplastar a los oligarcas, que no queden dudas del triunfo ni rendijas por donde colar acusaciones de fraude. El otro, el estratégico, la conciencia de sociedad. Esta prepara a la masa para entender por qué lucha, le da razones sagradas para defender al Comandante y al Socialismo.  
¡Con Chávez resteaos!

8.6.12

EL TUQUEQUE (Viernes 08-06-2012)


Otro nombre del capitalismo bien podría ser "El Tuqueque". Su capacidad de regeneración es asombrosa: una Revolución le mutila la cola y en poco tiempo tiene una nueva, más vigorosa y agresiva que la anterior.
El capitalismo ha dado muestras de poseer más vida que siete veces setenta, y siete gatos. Resiste todos los ataques, ha conseguido sobrevivir a muchísimos intentos revolucionarios y retoñar orondo.
¿Cuál es su escudo? La pregunta tiene tantas respuestas como situaciones históricas son posibles. Los escudos que protegen al capitalismo son variados, podemos adelantar algunas características de ellos.
Los escudos importantes, los más peligrosos, no actúan en la superficie, se encuentran en lo profundo del alma, y de allí emergen cuando las otras protecciones son derribadas. Es así, se puede derrotar a los gobiernos capitalistas, se pueden modificar sus instituciones, trasformar su Estado… todos serán pasos en el camino correcto, sin embargo, el Tuqueque tendrá aún intacto su poder de regeneración, los escudos profundos están allí esperando para actuar.
Uno de estos escudos, de estos artilugios que protegen la capacidad de regeneración del Tuqueque, son los "pactos”, los “armisticios". La historia está llena de estas componendas, aparecen disfrazadas de doncellas, maquilladas con el rubor de la buena intención y de la búsqueda de la paz.
Hoy en Venezuela aparece este escudo capitalista. El Tuqueque intenta renacer o, mejor, recuperarse de los avances del Socialismo. Hoy pende sobre la Revolución el peligro de la restauración, asoma en el horizonte el pacto, que conocemos muy bien.
Los que proponen la claudicación del Socialismo fungen hoy como diestros operadores políticos, hombres de olfato, componedores de situaciones desesperadas, alabanzas aquí, cizaña allá.
Ya el Tuqueque, usando triquiñuelas de todo tipo, consiguió un pacto en lo económico. Reaparece el capitalismo en mil versiones, unas con caretas grotescas como esa de "empresarios socialistas" o "productores productivos" y otras formas de propiedad nosocial con más disimulo. Últimamente, de manera insolente, tiene la osadía de alabar la vigorización del sector capitalista como un logro de la Revolución. Al no tener resistencia, al no tener respuesta, avanza presto para dar al pacto económico su expresión política y completar la regeneración.
Los aires de concertación rondan la Revolución , la cercan. Lo primero que aparece es el miedo, los agüeros de crisis inventadas. Inmediatamente se busca como solución la cooperación de la oligarquía, de los capitalistas, se intenta así extender la convivencia en lo económico a otras áreas sociales. Por ejemplo, excusados en el miedo a la inseguridad (en gran medida hechura mediática), contrabandean una concertación con la "Ley de desarme". Así borran las diferencias, todos somos iguales, la Revolución es lo mismo, pero un poco diferente. No hay razones sagradas, no hay objetivos importantes, lo mismo da uno que otro.
De esa forma ya el mandado está hecho, los pactistas cumplieron su papel: ante la crisis simulada gritarán "¡es necesario un gobierno común!", "¡el capitalismo nos salvará, regresemos!", “¡que brote de nuevo la cola del Tuqueque!”... “¡al carajo la Revolución !”.
 ¡Con Chávez resteaos!

7.6.12

SOCIALIZAR EL SUEÑO (Jueves 07-06-2012)


Una Revolución precisa del poder, del gobierno, para desde allí socializar el sueño. El poder es necesario para hacer del pensamiento, de los valores, de la ética y de la acción revolucionaria, un asunto nacional.
Si la Revolución alcanza el gobierno y descuida este mandamiento, si se empantana en la lógica del pasado, si el "claroscuro" del que nos hablaba Gramsci perdura, si lo viejo tarda en morir, si su ética aún es hegemónica, entonces allí surgen los monstruos, el fascismo, los pinochet.
El sueño es fundar unas relaciones amorosas donde cada uno aporte de acuerdo a sus capacidades y reciba de acuerdo a sus necesidades. Hacer de esas relaciones la naturaleza material y espiritual de la sociedad, su ética.
Una revolución tendrá la dimensión, la trascendencia, de acuerdo a las relaciones humanas que consiga establecer.
Las Revoluciones se consolidan en la medida que movilizan a la sociedad alrededor de los nuevos valores: la Revolución Cubana se socializó en las jornadas de alfabetización, en la zafra de los diez millones, en la resistencia a la invasión de Playa Girón. Todas movilizaron a la sociedad tras objetivos altruistas. Así se talló un pueblo capaz de resistirlo todo. 
La Unión Soviética lo hace en la guerra contra la entente, en las jornadas de trabajo voluntario, en los domingos rojos. Esta socialización de los nuevos valores hizo posible el comportamiento heroico en la lucha que salvó a la humanidad del nazismo.
Ahora bien, la socialización de los valores socialistas es un asunto ideológico y político, allí chocan las diferentes ideologías que se mueven en la Revolución , e influyen de acuerdo a su fuerza en el contenido de los medios de difusión nuestros. Veamos.
Tal como en 1958, con la Revolución Bolivariana se abrió la puerta de la esperanza revolucionaria y, como en 1958, existen dificultades para parir un bloque de clases que apuntale a los dirigentes revolucionarios en su afán de avanzar hacia el Socialismo.
Las corrientes reformistas intentan horadar la pasión libertaria de las masas que acompañan al Comandante Chávez, intentan llenarlas de oportunismo, profundizar el espíritu logrero que viene de la renta petrolera, que cada día se muevan menos por el sentimiento y cada vez más por la recompensa material. El espíritu clientelar conspira contra la formación de ese bloque.
¿Quiénes no desean que la Revolución socialice sus valores? Los pequeños burgueses, que no pueden ir más allá de una democracia burguesa,  los burgueses por supuesto, la nata sindical economicista que con el Socialismo se quedaría sin oficio, los vanidosos de diferentes cortes y orígenes que defienden sus conuquitos y se agotan en batallas sin trascendencia, y los marginales plagados de egoísmo.
¿Quiénes pueden acompañar la socialización del sueño? Entre otros, los intelectuales orgánicos, que son pocos, los marginales que aman al líder, los militares bolivarianos, y las bases obreras que han conseguido superar el economicismo, tener conciencia de clase y encontrarse con su papel histórico.
La batalla ideológica alcanza niveles definitivos, hacerla consciente es comenzar a ganarla.
¡Con Chávez resteaos!

6.6.12

LA MACROHISTORIA VENEZOLANA (Miércoles 06-06-2012)


La historia de la humanidad nos muestra con claridad los principales peligros de una Revolución: la cultura dominante y el egoísmo. Los dos fuertemente entrelazados, indispensable su superación para tener éxito. La historia venezolana es rica en luchas por superar los dos pilares de la dominación. Veamos.
Nuestra nacionalidad nace como fruto de un enfrentamiento feroz entre el egoísmo, la cultura de sumisión a una monarquía, y el intento de buscar nuevas formas de organización social donde todos existiéramos como hermanos… triunfó el egoísmo y la sumisión, y el majadero del amor murió, como tantos otros, solo, sin bienes materiales, pero irradiando luz a los tiempos futuros.
  Páez y Santander representan el triunfo de los pilares de la dominación. Luego la situación mundial disipó el aire fresco de la Revolución Francesa , la burguesía desechó sus anhelos de fraternidad, y el capital impuso su ley. El imperio naciente, tal como lo predijo el Libertador, nos llenó de oprobio y el oro negro signó la nueva cultura de la dominación.
 De Gómez para acá la historia es la adaptación de la nación a los intereses mundiales del capitalismo, el imperio gringo engulló la soberanía que tanta sangre y sacrificio costó a los padres fundadores. La sociedad poco a poco se amoldó a la renta, se profundizó el egoísmo. Este período está punteado por la rebeldía: la generación del 28, la toma del Cuartel San Carlos, el 23 de Enero de 1958, la épica guerrillera que le sucedió, el Carupanazo y el Porteñazo, todos heroicos episodios.
La oligarquía ha refinado su forma de dominación, la dictadura dio paso al engaño democrático, el abuso de la credulidad de la masa alcanzó cotas elevadas ayudado por los medios de deformación. Así transcurrió el pacto de punto fijo, cuando la oligarquía parecía infinita en la manipulación reformista. El egoísmo y la desvalorización lucían eternos.
En estas circunstancias ocurre la Revolución Bolivariana, y rápidamente enfrenta el reto de construir una nueva hegemonía. La historia es extraña, la oportunidad de superar al sistema depredador del hombre y la naturaleza aparece en un país con pocos proletarios, abundantes marginales, una burguesía parásita, pequeña burguesía colonizada por la cultura imperial, características opuestas a las esperadas por los clásicos.
Es aquí, contra todo pronóstico, que floreció el árbol de la fraternidad, del amor. No fueron en vano las gestas del Libertador, de Zamora, de la generación del 28, las luchas heroicas del 23 de enero, Fabricio, el Paso de Los Andes, la entrega por fundar un nuevo mundo. Todo abonó un espíritu solidario que el 4 de febrero surgió en este pueblo y tiñe al Continente. Somos el Continente de la Esperanza , aquí, con la imponente carga amorosa que portamos, se pueden superar todas las predicciones. Somos llamados a estallar los tiempos de la dominación del hombre por el hombre, a fundar el mundo de la fraternidad, a derrotar el egoísmo y la cultura de la dominación.
¡Con Chávez habrá Humanidad!

5.6.12

MACRO HISTORIA DE LA DOMINACIÓN (Martes 05-06-2012)


Si estudiamos la historia de la dominación desde una perspectiva global, sólo considerando los hechos que nos den idea de su movimiento general, podremos construir un paisaje que nos permitirá ubicar a nuestra Revolución. Veamos.
La dominación es la constante en la historia de la humanidad, podemos decir, parafraseando a los clásicos, que la historia de la humanidad es la historia de la dominación. Y aquí surgen las preguntas más importantes, el cuestionamiento que ha motorizado a la historia: ¿Por qué el humano ha permanecido milenios bajo sistemas dónde unos pocos expolian el trabajo de muchos? ¿Cuál es el secreto de la permanencia de esa dominación? ¿Es posible vivir de otra manera? ¿Cómo superar la explotación?
La búsqueda de respuestas ha tallado a la humanidad, los pensamientos más luminosos giran alrededor de esta angustia, las epopeyas son hijas de esta zozobra, las derrotas más duras de la especie son las que evitaron la solución del enigma.
Los dominantes han basado su hegemonía en dos pilares principales:
Uno, la superioridad intelectual, espiritual. El conocimiento, la cultura, fue apropiada junto con lo material, la economía. Al resto de la sociedad le fue transmitida la idea de inferioridad, de incapacidad para lo grande, sólo se les permite la cultura necesaria para aceptar sentirse inferiores.
El otro pilar, estrechamente ligado al anterior, es el egoísmo, la fragmentación. Al dominado se le inoculan valores, conductas, aprendizajes que no le permiten la unión, sólo es capaz de buscar soluciones parciales, nunca sociales, no percibe a la sociedad.
No puede haber dominación sin estos dos pilares. Los grandes liberadores de la humanidad claman por la unidad, contra el egoísmo, y por elevar la autoestima de los dominados. Cristo unió en su "amaos los unos a los otros" los dos anhelos. Bolívar, su último aliento fue un llamado contra el egoísmo, a la unidad, "si mi muerte contribuye a que cesen los partidos". Marx, igual, se dio cuenta que fragmentados seremos esclavos, "proletarios del mundo uníos".
Es así, los sistemas de dominación desde hace milenios se han basado en el egoísmo de los dominados, en la fragmentación, en su permeabilidad cultural a la dominación, y esas dos características se han perpetuado, ninguna Revolución las ha podido superar, su permanencia es la explicación de la continuidad de la dominación.
La esclavitud, el feudalismo, el capitalismo, la monarquía, la democracia… y también los experimentos socialistas, todos han mantenido las dos características de la dominación, unos más, otros menos, pero en todos ha subsistido.
El Che advirtió sobre las armas melladas del capitalismo, predijo que esas armas melladas, los atajos que se inventaron en la Unión Soviética y en países como Yugoslavia, eran estímulo para el egoísmo y a la larga esos intentos sucumbirían.
La Revolución es una conmoción que abre la posibilidad de desmantelar los pilares de la dominación. Esa superación será la medida de su avance: si no demuele los pilares que sustentan el pasado la posibilidad se cierra y la Revolución fracasa.
¡Con Chávez!

4.6.12

PROGRESO O ARMONÍA (Lunes 04-06-2012)


La tarea de superar al capitalismo es de vida o muerte, y es también una tarea sumamente difícil. Los intentos de superarlo nos han demostrado la posibilidad de hacerlo, pero también que él regresa desde el fondo del alma de las revoluciones para restaurar su reino de miseria.
La batalla por el Socialismo no acepta tibiezas, concesiones, debe ser radical, esta es la única manera de impactar en el baluarte de la conciencia capitalista que años de dominación han construido en el alma social.
Todo debe ser revisado, los pilares culturales del pasado deben ser sustituidos, la ética vieja pulverizada, la organización social y la conciencia social, despertadas, la propiedad social convertida en ariete que sustente las fuerzas del cambio de valores.
Cualquier resquicio, cualquier grieta en el proceso revolucionario, es dilatada por el capitalismo para engendrar el monstruo.
En toda esta guerra la batalla ideológica es fundamental, allí se pierde o se gana la contienda. Sin una gran solidez ideológica, sin un profundo conocimiento de las teorías revolucionarias universales, sin conocer lo construido por los precursores, los errores por ellos cometidos, los aciertos, no es posible entender el momento que vivimos, interpretarlo, producir respuestas teóricas a la realidad inédita, enriquecer y superar la teoría revolucionaria, adaptarla, única manera de hacerla útil para la acción.
En la batalla ideológica son muy importantes las ideas, los conceptos estratégicos que guían la acción, que definen rumbos, esos deben ser sometidos a disección fecunda. Veamos un ejemplo.
El concepto de progreso surge directamente de la economía capitalista, caracterizada por la necesidad de crecimiento incesante de sus mercados, de la circulación del capital. Así un país progresa en la medida que sus índices indican aumento en la producción, en la circulación de capitales, en el aumento de lo que ellos llaman riqueza.
Cuando los clásicos estudiaron la historia de la humanidad, estudiaron la historia de los sistemas de explotación del hombre por el hombre, que alcanza su expresión más acabada en el capitalismo. Esta etapa tiene sus propias leyes.
El Socialismo no es la simple superación de un sistema, es la superación de toda una etapa de la historia (que los clásicos llaman prehistoria), tiene sus propias leyes, nuevos conceptos de los objetivos estratégicos. El concepto de Progreso debe ser revisado, pues el planeta no resiste el aumento demencial de los índices capitalistas de progreso. El progreso capitalista es el suicidio de la especie.
El objetivo estratégico del Socialismo debe ser el rescate de la Armonía. Es decir, adaptar la vida de la humanidad al palpitar, al ritmo, a la cadencia de la naturaleza. Así se producirá en armonía con la naturaleza, se consumirá acorde con el entorno, la vida humana será un eslabón más en la larga y maravillosa cadena de la vida planetaria.
Entonces, los índices de medición de la vida económica del Socialismo medirán la armonía alcanzada, y sustituirán los espantosos índices del capitalismo, que miden cómo el “Progreso” nos acerca a la extinción.
¡Con Chávez siempre!

3.6.12

¿VAMOS BIEN? (Domingo 03-06-2012)


La respuesta es vital para los revolucionarios, su argumentación definirá el rumbo. Veamos.
Abundan las respuestas superficiales, sin argumentación o con flojo sustento, algunos dicen: vamos bien, porque sí, vamos bien porque tenemos altos números en esto y en esto otro, o justifican la respuesta invocando inversiones inmensas. Pero todas son diferencias de cantidad con el capitalismo, no son deslindes en el fundamento, no estamos rompiendo con el viejo sistema, hacemos lo mismo pero más rápido, más grande. Al final todo sigue igual, pero de otro tamaño.
En esta trampa, distinguirse del capitalismo sólo en la cantidad, cayó el campo socialista. Recordemos la carrera del espacio: la Unión Soviética fue la primera en poner un satélite en órbita, el pitico del artefacto retumbó en el mundo para vergüenza de los capitalistas, la URSS también puso al primer hombre en órbita. El Socialismo ganaba la carrera del espacio, la carrera de la cantidad siguió en la producción de acero, de armas, construyeron la represa mayor, etcétera.
Por esa vía el campo socialista descubrió un día que se parecía al capitalismo, sólo discrepaba en los números y, tal como lo predijo el Che, el Socialismo cayó.
 Es evidente que la Revolución debe ser otra cosa, no puede reducirse a un asunto de cantidades, debe haber un cambio con otras características. La justificación y la necesidad del Socialismo deben ser algo más que números.
Es lógico que los esfuerzos emancipatorios hayan sido atrapados por los números con la máxima "si es más, es mejor". Esa es la horma del capitalismo: más producción, más ganancia, más explotación. Los movimientos revolucionarios han sido atrapados por esa lógica.
La humanidad está sumergida en el metabolismo capitalista, evolución de los sistemas de explotación que ya duran milenios. Esta lógica sólo mide la cantidad sin preocuparse por sus consecuencias, así cien edificios son mejores que cincuenta, no importa dónde estén situados, ni la calidad de vida de la ciudad que los sufre. Más carros nuevos son un logro,  no importa la congestión, la contaminación, más vagones son un logro, más es mejor que menos.
La lógica del capital y sus herramientas melladas no pueden solucionar los problemas, sólo los trasladan, los profundizan. La solución está en una nueva manera de ver al mundo, de entender la vida y sus necesidades.
La Revolución debe cambiar de las relaciones egoístas a las fraternas, amorosas, sólo este cambio dará la medida del avance. Todo lo que la Revolución haga debe contribuir a ese fin.
Una Revolución irá bien cuando el sentido de sociedad de su población se eleve, cuando el comportamiento ciudadano así lo demuestre, cuando la vida tome otro sentido, el miedo al prójimo desaparezca, la solidaridad aflore todos los días, el egoísmo sea una perversión del pasado y el trabajo voluntario en masa sea consustancial a la vida.
Todas las Revoluciones que han sucumbido lo hicieron porque no supieron cambiar las relaciones humanas en su seno.
¡Con Chávez viviremos como hermanos!